Crítica: 'Paranormal Activity'
¿PODEMOS DARNOS POR SATISFECHOS?
(Por Capitán Spaulding).
Hay que ver el poder que puede llegar a tener el boca-oreja. Poco antes de su proyección en el festival de Sitges del presente año, las críticas estadounidenses de "Paranormal Activity" encumbraban la como la mejor película de terror de la historia (el IMDB llegó a alcanzar el 9,6 sobre 10, y ahora ronda el 7,5), se había convertido en uno de los éxitos del año al recaudar una taquilla vertiginosamente superior a su coste, y el fenómeno se daba por garantizado.
He aquí que llega por fin el primer pase, a las 10:30 de la mañana, en el festival catalán. Para los que no sepan cómo se las gasta el certamen, cabe decir que a esa hora la sala se suele inundar de críticos serios, ya sabéis, aquellos que van con el cuchillo entre los dientes deseando cargarse cualquier proyección que no venga con la firma de Haneke o Akin en el póster (y a veces, ni con esas).
La reacción de buena parte de esa crítica profesional suele ser siempre la misma (y hablo desde la experiencia) ante el cine comercial: no darle la más mínima oportunidad aunque ni siquiera se hayan apagado las luces de la sala.
Ahora bien, ignoro cuál fue el motivo, si la presencia de tan cínicos profesionales, o que las 10:30 no sean horas para ponerse a ver peliculitas; el caso es que al concluir dicho pase, "Paranormal Activity" fue abucheada y tachada como el mayor bluff del festival con diferencia... voz que no tardó en correrse entre los que teníamos entrada para la siguiente y más tardía sesión.
Semejante patada en las partes nobles supuso una rebajada instantánea de expectativas y un mar de dudas en las colas que se formaban para entrar en la sala. El famoso run-run hacía acto de presencia...
Hago semejante introducción porque, a buen seguro, algo de ello influyera en el hecho de que, a eso de las nueve de la noche y con la sesión recién concluida, los aplausos fueran prácticamente unánimes.
Y es que tal vez, el problema de semejante dicotomía emocional se deba a un exceso de emoción (venido directamente del otro lado del charco, ojo) que ha acabado por desvirtuar las perspectivas de lo que es, simple y llanamente, una película más de terror comercial, con ánimo de recaudar toda la taquilla de la que sea capaz.
Que la película no sea perfecta es algo que queda claro a los pocos minutos de su arranque. Jugando al mismo juego que en su día realizara "El Proyecto de la Bruja de Blair "(que es mucho mejor, por cierto), "Paranormal Activity" intenta engañar al espectador con un mar de calma inicial presentado con aromas de tranquilidad e incredulidad, unos personajes que pretenden parecer normales y corrientes, incluso escépticos ante la que se les viene encima.
Ya nos encontramos con el primer problema: los únicos dos actores de la cinta no logran transmitir prácticamente nada, y pecan de una naturalidad excesiva, resultando justamente todo lo contrario. Porque seamos sinceros, ¿quién demonios actúa como si nada cuando sabe que vive con fantasmas cabrones en su casa?
Con una actitud que, sobre todo en el caso del chico (Micah Sloat), nunca da sensación de miedo, al espectador le acaba importando bien poco lo que les pueda ocurrir, todo lo contrario a lo que ocurría en "Blair Witch" (máximo referente al que volveremos a comparar con total seguridad) o incluso "Monstruoso".
El siguiente tropiezo de "Paranormal Activity" lo hallamos en la estrategia escogida por su director y guionista (el debutante Oren Peli) a la hora de estructurar el terror de la película. Con otras palabras, ello significa que lo que se busca es un miedo ascendente, que suba escalón tras escalón hasta subir al piso más elevado: el miedo interno, real y puro del espectador.
Lamentablemente, dicha escalada comienza desde el sótano, y tarda tanto en llegar al ático que apenas le da tiempo a ello, lo que se traduce en una primera hora de metraje cuya máxima sensación es algún que otro escalofrío surgido de las buenas ideas que sí tiene "Paranormal Activity" pero que quedan sin desarrollo completo.
Desde luego, el nivel de terror variará en función de la posición de cada espectador, ya que si se tiene la mala suerte de compartir con la pareja protagonista casa, habitación o cama, se corre el riesgo de pasarlo realmente mal en el cine, pero aun así cabe reconocer que se trata de un muy irregular montaje que se mueve entre la indiferencia, la expectativa de que algo ocurra... y el aburrimiento.
Pero, titubeos a parte, no olvidemos que aún queda un clímax de veinte minutos, que igual que en "Blair Witch" es el que esconde la verdadera enjundia del cotarro. Se trata de un pasaje de terror sin concesiones ni contemplaciones, con varios sustos de muy alto nivel (si no se ha visto el excesivamente spoileante trailer) que concluye en un final sorpresa digno para rivalizar directamente con cierta periodista catalana retenida en un ático a oscuras con una cámara de televisión.
Y como, al final, lo único que importa en el cine comercial de terror es despertar un mínimo de sensación de miedo en el espectador (algo que prácticamente nadie consigue hoy en día) y "Paranormal Activity" se tiene que considerar exclusivamente bajo este prisma, podemos darnos por satisfechos.
Cierto, hay que tener paciencia, y supone todo un esfuerzo esperar a que arranque lo bueno. Pero al final, vale la pena la recompensa.
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