Crítica: 'Up in the Air'
Ryan Bingham (George Clooney) es un profesional en eludir compromisos, también en despedir a la gente. Viaja en avión de punta a punta del estado de Norteamérica, y su trabajo se sustenta, irónicamente, en echar a empleados de su puesto de trabajo. Se presenta ante ellos de la manera más amable y humana posible, vendiéndoles un apoyo emocional posterior que nunca les ofrecerá y apelando a eufemismos tipo “Su puesto ya no está disponible en esta empresa” en lugar de usar el término “despido”, o intentando convencerles el positivismo de que su nueva situación en el paro puede ser el inicio de una nueva y mejor etapa en sus vidas. Hasta que llega el día en que Ryan se plantee el verdadero sentido de su existencia, pero en el “sentido” más norteamericano, es decir, la necesidad de echar raíces, de poner fin a su soledad y echarse novia y familia.
Up in the Air es el tercer largometraje de Jason Reitman, que también firma el guión junto a Sheldon Turner de esta adaptación de la novela de Walter Kim, confeccionada al estilo independiente pero ya reconocido en la industria después de la repercusión que obtuvo con Juno, a pesar de que su opera prima, la notable Gracias por fumar, pasara prácticamente inadvertida. Es un cine de formas y maneras indies pero con las bendiciones totales del sistema hollywoodiense.
Calidad yanqui en un guión que contiene mala baba, y mucha, en ese retrato de tantos “despidos” de personajes anónimos que circulan por el filme, o en esa soledad implacable a la que parece abocado el destino de su protagonista. Pero también prefiere mantenerse en los márgenes de lo políticamente correcto y de lo conservadoramente deseable, por su visión de intenciones conformistas de que al fin y al cabo el matrimonio es lo que da la felicidad. Sin embargo, Up in the Air es también buena, muy buena en lo suyo.
Está la cada vez mayor deshumanización de las empresas (se busca el beneficio económico no el social) en el trato del trabajador queda recogido en ese detalle (¿del futuro?) del teledespido, a través de una fría comunicación por videoconferencia. Y si la tierra firme simboliza el hogar, la familia, el compromiso; mientras el cielo es lo errante en un mundo, y una forma de vivir, donde obtener una tarjeta platino de American Airlines o acumular 10 millones de millas de viaje es el sueño dorado de estos viajeros.
Un mundillo en el que hay que saber moverse deprisa. “No somos gusanos, sino tiburones” viene a decir el protagonista en sus conferencias, que inicia siempre con un mensaje sobre las maletas como metáfora del equipaje (responsabilidades, amigos, familia…) con el que cada cual carga en su vida y Ryan, naturalmente, como buen maestro en eludir responsabilidades, es de la opinión que la “maleta” debe de estar cuanto más vacía mejor.
Pero, lo mejor son las interpretaciones, tanto de George Clooney como de los dos principales personajes femeninos. Una fabulosa Vera Farmiga (la amante ocasional del protagonista), y sobre todo la joven Anna Kendrick (de la generación de actrices de la saga Crepúsculo). Ella es el más fascinante descubrimiento de Up in the Air. Una muchacha que intenta ser fría y exhibe maneras de trepa pero que en el fondo alberga un corazón frágil y humano que la imposibilita para su misión (spoiler) y que en cierta manera también vivirá en carne propia las maneras de un “teledespido” aunque no laboral sino sentimental (fin spoiler).
EL TURISTA ACCIDENTAL
No es que Ryan Bingham sea un personaje hecho a la medida de George Clooney, sino más bien es Clooney quien ha tallado a Bingham a su medida. Elegancia, porte, exquisitez y fina ironía de alguien que ha hecho de su desagradable profesión todo un arte, y las salas de estar de los aeropuertos, butacas de aviones, pubs u hoteles de una sola noche su propio hogar, como era el caso de Macon Leary (William Hurt), un hombre también en crisis vital dedicado a escribir guías rápidas para ejecutivos en El turista accidental (1988), de Lawrence Kasdan. También, para mi gusto, es la mejor interpretación de un Clooney que sabe además cómo hacer avanzar y madurar a su personaje, con algunos momentos impresionantes, caso del final o en la excelente escena en la que junto a su discípula Natalie (Anna Kendrick) deben poner en práctica el primer despido entre los dos por videoconferencia, (spoiler) con la sorpresa de que el ya ex trabajador está en el mismo despacho de al lado (fin spoiler).
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