Corazón de león
'LAS CRUZADAS' (The Crusades, 1935) - Clásicos a (re)descubrir.
Cecil B. DeMille era un apasionado de las grandes superproducciones de aventuras, con preferencia por los dramas bíblicos, y un tema como el de las Cruzadas reunía toda la épica necesaria para despertar su interés. Como película histórica, sobre Las cruzadas se puede decir que cualquier parecido con la realidad es pura ficción. La figura legendaria del Rey Ricardo “Corazón de León”, las guerras entre cristianos y saracenos y un mundo de alta alcurnia compuesto por exóticos sultanes orientales, princesas y caballeros europeos están al servicio de un guión en el que, muy al gusto de la época y popular, el motor determinante de la acción, a parte de las batallas, es el amor.
‘Las cruzadas' es ficción-histórica en la que DeMille mueve a su antojo los hilos del destino de los hechos reales y sus personajes con el objetivo puesto en proporcionar un entretenimiento espectacular. Una producción carente de qualquier otro valor que no sea el de proporcionar diversión al espectador.
La base histórica es la conquista, en 1187, de la ciudad de Jerusalén, y también de Acre y Jaffe entre otras, por parte del sultán Saladino, conocido por su bravura y nobleza. Por su parte, el Rey Ricardo reconquistó algunas de estas tierras, pero no Jerusalén que continuó en manos musulmanas. Evidentemente, en la película de DeMille no encontraremos ninguna crítica, ni simulacro de ella, sobre el relativo fracaso de los objetivos de las cruzadas, que además significaron uns importante carga económica para los países que participaron en ella.
Y pese a la no recuperación de la “Tierra Santa”, los guionistas planearon un final feliz y adecuado para satisfacer las expectativas de los espectadores de la época, que incluye un triunfo de la diplomacia, también en el posible litigio entre religiones (tanto “Alá” como “Cristo” representan lo mismo pero con distitnos nombres, dirá su principal personaje femenino, Berenguela).
Henry Wilcoxon encarna a un Rey Ricardo arrogante, carismático e impetuoso, también de trazos misógenos, o que al menos piensa que todavía no le ha llegado la hora de contraer matrimonio con mujer alguna. Así que que se aleja de posibles prometidas como lo haría del mismísimo Diablo. Y precisamente lo que le impulsa, en la película, a apuntarse a las cruzadas no son las religiosas palabras de un predicador sino el huir de un matrimonio de conveniencia con una princesa francesa acordado por su padre, cuando Ricardo sólo era un niño. Y naturalmente, sobre todo si recordamos las leyendas de Robin Hood, Flecha negra o similares, en su ausencia será su hermano Juan quien asumirá despóticamente el trono. En ‘Las Cruzadas’ es también el villano de turno, junto a las intrigas urdidas por el Rey de Francia.
De camino a Acre, donde está la Cruz en que murió Cristo, Ricardo se verá obligado a casarse, sin tan siquiera haberla visto, con Berenguela (Loretta Young), la hija de Sancho, el rey de Navarra, a cambio de obtener provisiones para sus hambrientos soldados, quienes, de lo contrario, habrían quedado condenados a embarcar sin alimentos. Pero Ricardo prefiere no acudir en persona a la ceremonia de su propia boda y en su lugar envía, simbólicamente, a su espada y a su trobador. Una ofensa para Berengue que, además, ya le odiaba antes de este desplante por haber vissto a su futuro esposo el día anterior maltratando a un súbdito. Pero todo esto es sólo el principio del enredo de la cadena de amor-odio que vivirá la pareja, y en la que Saladino se convertirá en el tercer vértice del triángulo.
Los toques de humor están presentes mediante la figura del trobador (un recurso muy utilizado en este género de aventruas medievales), que además entona cánticos y poemas siempre sinceros, demasiado en ocasiones. Y la épica llega por las intrigas, los decorados fastuosos, el despliege de masas y combates. En este aspecto, y con un Cecil B. DeMille que aún no se había lanzado a las virtudes del technicolor, destaca en todo su poderoso blanco y negro (excelente fotografía, nominada al Oscar, de Victor Milner).
La espectacular secuencia del asalto a la fortaleza de Acre, usando catapultas, multitud de flechas surcando el aire y bolas de fuego incluidas. En unos efectos visuales y también sonoros muy elaborados para la época.
Editada en DVD el 11 de marzo de 2010.
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