Crítica en DVD: 'Si la cosa funciona'


Woody Allen ha encontrado a su actual alter ego perfecto en pantalla en la figura del showman Larry David, reconocido sobre todo por haber sido uno de los creadores y guionistas de la serie ‘Seinfeld’. Aunque más alto, David da perfectamente el pego como trasunto de un Allen que se permite, de nuevo, ensalzar y a la vez mofarse de intelectuales y pseudogeniecillos, urbanitas y pueblerinos y otra fauna que puebla o llega a recalar alguna vez por los confines de Nueva York.

Larry David es Boris Yellnikoff, un pobre diablo solitario y cascarrabias, con claras tendencias suicidas en caso de fracaso amoroso, que casi fue candidato al Novel de física y cuya mayor idea de diversión, en un mundo que considera mediocre y cruel, es el de visitar por enésima vez el museo del Holocausto (el United States Holocaust Memorial Museum).

Una mente brillante y una lengua viperina e ingeniosa que curiosamente hallará a una de sus medias naranjas en una joven muchacha totalmente opuesta a él, una pueblerina, sobrada de belleza y escasa de intelecto, Melodie (Evan Rachel Wood), y de la que el perpetuamente malhumorado Boris podría ser perfectamente su padre, o su profesor, pero que después de acogerla durante un tiempo por caridad en su casa, se acabará convirtiendo en su esposa.

Naturalmente, la diferencia de edad, pese a que ella parece tener incluso unos principios morales más firmes que él (más por simples que por haber meditado mucho) en cuestiones matrimoniales o sobre el amor, se revelará un obstáculo insalvable cuando aparezca en escena otro pretendiente, más joven y más guapo (Henry Cavill). El personaje que, con toda la envidia del mundo sea por parte de Woody Allen o de su alter ego, siempre acaba llevándose a la chica de la película. Pero en esta ocasión, Allen tampoco desea dejar a ninguno de sus personajes solo.


Y la cosa para el peculiar cineasta bajito, casi calvo y con gafas, vuelve a funcionar, más o menos. Entre réplicas, personajes y situaciones brillantes y otras que… cansan. Porque a Allen le sigo achacando el fatal error de trabajar insuficientemente sus guiones, de no redondear sus propuestas con la manía de rodar al ritmo de una película al año.

La relación entre Melodie y Boris funciona a ratos, a medias, y habrá que esperar la entrada en escena de un par de personajes más, el de la madre de ella, Marietta (Patricia Clarkson), hasta ese momento una reprimida sexualmente ama de casa; y el del padre, John (Ed Begley Jr.), otro individuo de sexualidad reprimida y miembro convencido de la Sociedad Nacional del Rifle, para que la cosa acabe de animarse.

Woody Allen va resolviendo los distintos avatares de sus personajes rápidamente, yendo al grano, con esa manera de filmar, también muy querida por él, próxima al teatro. Las escenas de ‘Si la cosa funciona’ muy bien podrían representarse encima de las tablas de Broadway, con interpretaciones gesticulantes y réplicas rápidas e hilarantes en sus distintos decorados, y sin tener que cambiar mucho, tampoco en cuanto a disposición de personajes y objetos de lo visto en la película.

Pero sobre todo resulta clarividente a la hora de resumirnos en una imagen el ideal del setentón Woody Allen: la de estar con una chica joven y guapa, tranquilamente sentado en el sofá de su casa mientras degusta por televisión uno de esos reconfortantes clásicos del cine norteamericano, por ejemplo, una de Fred Astaire. Momento en el que a Larry David/Woody Allen sólo le faltaría tocar el saxo.


En DVD y Blu-ray desde el 21 de abril de 2010






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