'El hombre lobo' (1941) - (El fantástico en los 40)


Fue la película de terror más popular en Estados Unidos en los años 40, y la segunda en la gran pantalla dedicada a la figura del hombre lobo. El honor de haber sido la primera recae en 'El lobo humano' (Werewolf of London) de 1935, aunque durante la etapa del cine mudo se habían hecho algunos intentos de tocar el mito, sin demasiada fortuna ni dejar huella. La Universal decidió que en el filme de George Waggner de 1941, serían más ambiciosos y que el monstruo se mostrara en todo su esplendor para asustar mejor a la platea, y para intentar engendrar otra criatura memorable a la que añadir a su galería de ilustres monstruos como Drácula, la momia, Frankenstein y novia.

El director George Waggner, el actor Lon Chaney jr. y el maquillaje de Jack Pierce debían convertirse entonces en los principales artífices para que, a partir del guión de Curt Siodmak, la Universal siguiera manteniendo su trono de productora más prestigiosa en cuanto a cine de terror. Y lo consiguieron, más que por la brillantez de la película gracias a lo popular que llegó a ser, con un público atraído ante un nuevo icono del cine de terror, una bestia peluda, de visualización escalofriante y que encarnaba lo más primigenio y salvaje de la naturaleza…. ¿humana?

Lon Chaney jr., la bestia


Lon Chaney jr. se encargó de dar vida al personaje en su doble faceta, el de humano y el de bestia, y pese a que el actor procuró en los inicios de su carrera cinematográfica trabajar lo más duro posible para no estar a la sombra de su padre, el gran Lon Chaney, lo cierto es que el éxito de 'El hombre lobo' lo encasillaría definitivamente en este rol, que iría retomando en otras secuelas, varias de ellas inscritas en la comedia paródica con monstruos en los mismos años cuarenta.

Tanto las interpretaciones y personajes, como el argumento o la puesta en escena (demasiado teatral) son más bien mediocres o, como mucho, correctas. Otra historia es el tener a Claude Rains como secundario de lujo, o a Lon Chaney jr, que aquí resulta esforzado y cumplidor en su papel. Sin duda, una de las claves para que el filme dirigido por George Waggner haya sobrevivido a sus defectos se debe, claro está, a la impresionante caracterización de Chaney jr. (gran trabajo del no menos gran maquillador Jack Pierce) una vez transformado. Una criatura perfecta para atemorizar al público o para clavarse en nuestro subconsciente y aparecer luego por la  noche, en la oscuridad de nuestra habitación o durante algun momento especialmente aprensivo en forma de terribles pesadillas (aunque la censura de la época impidiera mostrarla aún más terrorífica).

El argumento en sí no es ningún prodigio de ingenio, más bien sencillo, resultón; y lo poco definidos de casi todos los personajes secundarios (meras comparsas) poco contribuyen a dar más empaque, al igual que los decorados, sobre todo en un bosque cubierto siempre por una neblina perpetua y que con la dirección de Waggner se queda sólo en eso funcional y teatral.

O entre los fallos más evidentes, uno que ha señalado más de un cronista, y es lo poco verosímil que queda el hecho de que en la primera transformación y ataque de un hombre lobo (el que contagiará la enfermedad a Larry) éste tenga forma de animal (o de perro pastor); mientras que Larry en su dolorosa metamorfosis mantendrá el aspecto bípedo, de mitad hombre mitad lobo, como manera de hacerlo más próximo, más temible en su aspecto andrógino.

Siodmak, el cerebro


Pero, secuelas de bajo presupuesto a parte en los años siguientes, 'El hombre lobo' debe la mayor parte de sus logros al guionista Curt Siodmak, un alemán de origen polaco y judío afincado en Hollywood, y hermano del director Robert Siodmak. A él se debe la introducción, y creación, de algunos de los elementos que luego formarían parte de toda la mitología (cinematográfica) sobre la leyenda de los licántropos.

Siodmak rebuscó en ancestrales teorías medievales (la principal a cargo del cronista Gervase de Tilbury, pero de escasa repercusión científica e influencia en otros historiadores) respecto a la influencia de la luna llena en la transformación para erigirlo en dogma; y forjó elementos como los de la maldición del hombre lobo, la marca en forma de estrella de cinco puntas, el contagio de la maldición mediante la mordedura o su condición de criatura prácticamente indestructible y a la que sólo se podía matar con una bala o algún objeto de plata. En este sentido, la labor de Siodmak fue la de plasmar una historia y un mito fundacional del que después tomarían prestado sus elementos no pocas películas del género.

La condición de “maldición” tenía tanta relevancia en el guión que incluso, en un principio, la película debía titularse ‘Destiny’, que es donde se halla el núcleo principal del argumento y temática, la del destino trágico que deberá sufrir su protagonista, Larry Talbott (Lon Chaney jr.), un joven que regresa a la mansión de su padre (Claude Rains), después de su estancia en Estados Unidos y a raíz de la muerte de su hermano mayor en un accidente de caza.

Evelyn Ankers, la bella

La estrella femenina de la función, Evelyn Ankers, tuvo una singular andadura en el cine. De nacionalidad británica, pero nacida en Valparaiso (Chile), desarrolló su carrera y fama en Estados Unidos, sobre todo en producciones de terror de bajo presupuesto que le valieron el apodo de “Reina de los screamers”, de las películas para hacer que el público chillara, se agitar y gritara de terror en sus butacas.

Las primeras escenas están dedicadas a mostrarnos a un Larry vital y optimista, con toda una vida por delante, con planes de futuro y además con el deseo de intentar compartirlos con otra persona, una muchacha rubia a la que acaba de conocer, Gwenn (Evelyn Ankers), hija del anticuario de la aldea y ya comprometida con otro hombre. Larry descubrirá a Gwenn mediante el potente telescopio de su habitación. Un objeto en el que ‘El hombre lobo’, versión 2010 de Joe Johnston, hará homenaje haciendo que en una escena, padre e hijo, Benicio del Toro y Anthony Hopkins, miren a través también de este instrumento astrónomo.

El hecho de haberla visto a tanta distancia, e incluso haber averiguado que ella tiene un precioso anillo, le permitirá presentarse ante Gwenn y sorpenderla con un detalle sobre ella como por arte de magia. Es también una manera de iniciarnos en el carácter misterioso del relato (por medio de la sorpresa de Gwen al oír que Larry sabe cosas tan personales sobre ella), aunque manteniéndose en el terreno de la comedia romántica. En la misma tienda de antigüedades de ella y su padre, Larry adquirirá un bastón de empuñadura de plata (otro de los símbolos del filme, y al que también se hace amplia referencia en el film de Joe Johnston). Mientras ella, empezando a crear atmosfera, le cuenta la leyenda (de la que todo el pueblo parece conocer menos Larry) sobre las supersticiones de la maldición del hombre lobo.

En sus escuetos 69 minutos, la trama se desarrollará a partir de entonces rápidamente, metiendo a los gitanos como culpables (aún a su pesar) en la transmisión de la maldición, argucia argumental que permite ver al mítico Bela Lugosi en un breve papel o a la magnífica secundaria Maria Ouspenskaya como la zíngara que aporta las informaciones adicionales necesarias para la comprensión de la leyenda, así como algunas de las escenas más sugerentes y tenebrosas (apariciones del hombre lobo a parte).

El remake dirigido por Joe Johnston, con Benicio del Toro, Anthony Hopkins y Emily Blunt como protagonistas, procuró introducir más chicha, más subargumentos, más escenarios, más efectos visuales, más zíngaros, más variedad de parajes del bosque, más acción, cuerpos despedazados y fechorías licántropas, sólo para demostrar que no por atiborrar de contenidos y parafernalia una historia se consigue algo mejor.











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