Crítica: ‘El demonio bajo la piel’ – Lou, retrato de un asesino


Por mucho que nos pese, los psicópatas y las personas dispuestas a inflingir cualquier tipo de humillación, tortura o atrocidad a sus semejantes, sea con total frialdad o hasta con gozo, existen. El retrato de estos personajes (detestables) siempre se hace delicado por caer en un maniqueísmo fácil o en una humanización al personaje que puede atraer las simpatías de parte de los espectadores, por mucho que a nadie le gustaría ser una de las víctimas de sus fechorías.

Uno de los nombres fundamentales de la novela negra norteamericana, Jim Thompson, publicó en 1955 ‘El asesino dentro de mí’, novela que ya tuvo una suavizada versión para cine en 1976, dirigida por Burt Kennedy, y que ahora conoce esta nueva adaptación a cargo del británico Michael Winterbottom, bastante fiel al libro original, incluso respetando la ambientación en los años 50 desde los títulos de crédito iniciales y de irresistible sabor retro.

Aquí el dibujo es el de uno de esos psicópatas, el ayudante del sheriff Lou Ford, que en su fachada de hombre bueno e intachable esconde varias perversiones sádicas: le encanta golpear los traseros de sus amantes desde que muy joven tuvo unas experiencias similares con la criada de su padre, Helene (Caitlin Turner), y que van más allá perfilándose como un asesino potencial. En este aspecto, el peculiar rostro y voz de Casey Affleck le dan a Lou Ford una caracterización perfecta como el tipo de hombre frío que igualmente parece incapaz de matar a una mosca y que sólo busca el ayudar a la comunidad, y que a la vez también le va de perlas para su lado oculto, el de alguien lo suficientemente distanciado entre el bien y el mal, entre lo moral y amoral, como para llegar no sólo a matar de manera implacable sino para llegar incluso a tener la necesidad de hacerlo. También su misma vida sentimental privada llega a repartirse entre dos mujeres, una prostituta (Jessica Alba), su amante; y una respetable maestra (Kate Hudson), su novia oficial. Por cierto, dos actrices, Alba y Hudson, totalmente carnales y extraordinarias en sus papeles.


Más ruin y vil, en su fascinación por el mal, resulta Lou por elegir entre sus víctimas a inocentes o mujeres que le aman. La visión del amor de Lou está demasiado cerca de la destrucción o, por decirlo de otra manera, más de Tánatos que Eros, aunque su predilección no sea precisamente la de cometer muertes lo más suaves posibles.

En torno a la pobredumbre de un personaje así, la comunidad que le rodea, la de una pequeña localidad norteamericana de Texas donde acontece la acción, queda empequeñecida. Una apariencia de lugar tranquilo, pacífico y caluroso donde hay empresarios, como Chester Conway (Ned Beatty), que se han hecho sin ningún tipo de escrúpulos los dueños de la zona: agentes de la ley y el orden que aceptan sobornos y otros ciudadanos que muy probablemente también esconden importantes prejuicios o perversiones. Un lugar de apariencia idílica; y que al mismo tiempo no ha evitado ser caldo de cultivo de personajes como Lou Ford en un material por el que seguramente también se sentiría muy cómodo tratándolo un David Lynch en forma.

Winterbottom aplica la misma frialdad del carácter del protagonista a su narración y puesta en imágenes (únicamente rota por el personaje chillón del abogado que interpreta Bill Pullman), y hace que algunas de sus escenas estén empañadas de un chocante humor negro (por ejemplo, la persecución, cuchillo en mano, de Lou Ford al vagabundo al que desea endosarle la culpabilidad de uno de sus crímenes), o su mismo final, entre el amor fou y unas imágenes de fuego de visos apocalípticos.

Pero lo que sin duda despertará más ampollas, en una película nada conformista ni fácil de ver (Winterbottom nunca ha buscado el agrado del público) son las secuencias fuertes, de estallidos de violencia, en la que asistimos a la agonía de una de las víctimas (que llega a orinarse encima) o sobre todo cuando Lou Ford le revienta a golpes de puño la cara a Joyce Lakeland, la ramera que interpreta Jessica Alba, realizada con una explicitud desgarradora y entre la mirada asesina, también tierna y de lamento, de Lou Ford. Por ello no será de extrañar que ‘El demonio bajo la piel’ inicie un debate sobre cómo mostrar la violencia o los límites de ésta en una película, o de lo que puede ser aceptable y políticamente correcto en cuanto al tratamiento de la brutalidad y crueldad en pantalla. Uno de los títulos más controvertidos, molestos y turbadores de la temporada.







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Comentarios

  1. Winterbottom no es que sea un director que me apasione, pero las cosas que he visto suyas, aunque me hayan gustado más o menos, me han hecho pensar que por lo menos es un inconformista y que trata de buscar cosas o temas nuevos, y que experimenta. Y eso sí me gusta.

    No sé si es impresión mía pero yo diría que ha frenado un poco su ritmo de trabajo porque este tío hace, o solía hacer, pelis como churros... (desde hace unos años, por cierto, en el Zinemaldi donostiarra cae alguna peli suya, bueno el año pasado falló)

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  2. Estupenda crítica y gran película. Estoy de acuerdo con todo. Casey Affleck realiza un papel extraordinario y es perfecto para el papel, y Alba y Hudson son toda una sorpresa.

    Después de haber leído sobre los abucheos y la brutalidad de las escenas, me esperaba algo peor; pero al final, pese a lo duro de las imágenes, más que violencia gratuita por parte de Winterbottom, lo que he visto es un intento de provocar incomodidad en el espectador para que rechace los actos que esta viendo. Sin embargo, con lo encantador que parece Lou Ford, sobre todo por esa cara de niño de Affleck, resulta muy difícil odiarle; lo cual es una reacción de ambigüedad moral muy interesante para el que está viendo la película. A mí al menos me pasó.

    Un saludo

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  3. Jon: Tampoco soy especialmente seguidor del cine de Winterbottom. Y es pienso cómo tú: hace (o hacia muchas películas) con ese toque a contracorriente o incoformista que siempre estaba bien, aunque nunca me acababan de resultar redondas.'Tristram Shandy' me gustó bastante, a medias, y 'El demonio bajo la piel' es de las que mas me han convencido.

    Andrómaca: Viendo a Casey Affleck, que me encanta, me recordaba sobre todo por su voz en versión original a su personaje de 'El asesinato de Jesse James' (extraordinaria película !!!). El tratamiento de la violencia me provocó sensaciones muy diversas ¿se recrea? ¿es efectista? ¿demasiado dura y cruel? A mí también me causa rechazo, pero supongo que cabe apelar a la madurez del espectador porque... ¡menudo revuelo tuvo por ejemplo en Cannes! Pero creo que para Winterbottom es lo que hay: me refiero a que si hay violencia fuerte en el contenido ¿porqué no mostrarla?

    Saludos.

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