Crítica: El desconocido del lago.
'L'inconnu du lac' es, junto con 'Tom a la fèrme' de Xavier Dolan (de la que hablaré dentro de poco), la mejor película que vi en el festival de Zinegoak. Una película sorprendente en su uso del naturalismo como lanzadera para plantearse cuestiones más abstractas. Alain Guiraudie crea un microcosmos en los alrededores de un lago, con extraños intimando y otros extraños mirando a los primeros. Con pocos recursos, y un estilo de dirección muy austero, se retratan con mucho tino pasiones que consumen y otras que se callan. Sirviéndose tan sólo de planos fijos del lago en calma y los árboles meciéndose, ya se nos avisa de que algo no va bien. No es tanto un desajuste ambiental, sino anímico. Guiraudie acierta en no romper la unidad de espacio, logrando así una coherencia interna y hábil conocimiento de la prioridad dramática, a pesar de que algunos espectadores lo juzguen como repetitivo. No nos interesa la vida rutinaria de los personajes fuera del lago, porque es ahí donde se sienten confusos, inseguros y turbados.
El ambiente conseguido debe gran parte de su éxito a sus actores, y al modo en el que se establece la dinámica de sus relaciones. Franck, el protagonista, conoce a Henri, con el que tiene conversaciones muy agradables y sinceras. Cada mañana, vemos a Henri apartado del resto de hombres, y cuando Franck se acerca sabemos que van a sentirse mejor. Se alivian mutuamente, aunque sólo sea de forma verbal. Conocen las inseguridades del otro, y saben decir las palabras adecuadas sin juzgar los impulsos del otro. Hay armonía. Entre ellos surje una relación platónica, que se hubiera visto consumada de no ser por la aparición de Michel. Más que un personaje, Michel es una fuerza. Una fuerza ante la que el personaje se rinde, somete su voluntad e incluso sus valores, después de ser testigo de algo horrible.
Y aún así, desde el punto de vista temático funciona. Vemos hasta qué extremo somos capaces de perdernos a nosotros mismos por una fuerte pasión, hasta qué punto somos capaces de ignorar todas las señales negativas con tal de beneficiarnos de ese placer tan potente como efímero que es el sexo con el amante soñado. Pero esto podría haberse conseguido a través de un personaje con más enjundia y consciente de sus acciones, y no uno al que a veces quieres gritar "Pero no hagas eso, ¡tonto!". Ese estado de indolente sumisión se mantiene hasta el final, y la película podría haber ganado mucho si Franck hubiera revelado sus sospechas antes. Así podríamos ver cómo, aún sabiendo que alguien hizo algo imperdonable, decide seguir a su lado. El planteamiento ético de la película se vería reforzado con un Franck más asertivo. Tal y como está, Franck no tiene claro si Michel es culpable o no y no se atreve a preguntar, así que no hay conflicto moral, sólo una sospecha mantenida que va perdiendo jugo.
Conforme la película va avanzando, la abstracción en los personajes que al comienzo intuíamos va resultando más clara. Franck es una criatura indecisa, con las piernas a punto de desquebrajarse; una de ellas está en la tierra, y la otra es arrastrada por una peligrosa corriente. Henri es la tierra, paradigma del alma pura, buena y estable, que tal vez por resultar demasiado predecible a ojos de los demás, siempre acaba quedándose sola. Y Michel es esa fuerza pasional que envuelve y hace que quien la siente sacrifique lo que sea con tal de obtener una migaja de sus encantos. Hacia el final, vemos cómo el alma pura, cansada de ser abandonada constantemente, ve su soledad como un martirio irrevocable al que prefiere poner fin. La fuerza del deseo, como la corriente de destrucción que es, accede a llevarse con él al alma pura. Y la criatura indecisa se queda sin la posibilidad de regresar con ese alma afín, atrapado para siempre en los dominios de la fuerza a la que decidió entregarse.
Ecos trágicos de las obras de Sófocles o Esquilo se filtran en este retrato de caracteres atrapados en una miseria autoimpuesta. Los personajes aquí funcionan a dos niveles. Por un lado, son símbolos que elevan la ficción y la historia que se cuenta, retazos de una honda y atemporal naturaleza humana. Por otro lado, funcionan como personajes con su historia concreta dentro de la ficción. Normalmente, los personajes que simbolizan algo no suelen resultar creíbles dentro de la ficción, y los que sí resultan creíbles rara vez trascienden los confines del guión. Aquí se consigue cubrir ambos flancos, y eso es algo de lo que Alain Guiraudie debería sentirse muy orgulloso.
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Ayer tuve la mala suerte de ver esta película en los Multis y me aburrí mortalmente. No me dijo nada, me pareció muy mala, repetitiva, nada creíble, de metraje excesivo, lenta…..aparte de ponernos delante a un guión que no sé muy bien qué pretende. No me gusta salirme de una película en la mitad, pero ayer lo habría hecho…como avanzó hasta el final, no me aportó nada esclarecedor sobre este film injustamente premiado y alabado por ciertos críticos y festivales. Entiendo que el mundo homosexual para la mayoría de la población es totalmente desconocido y quizás sea esa una de las razones de que este film tenga tanta acogida…..
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