Zinemaldia '14: 'La isla mínima', de Alberto Rodríguez


True detective (varios directores, 2014-).
Se7en (David Fincher, 1995)
Arde Mississippi (Alan Parker, 1988)
Memories of murder (Bong Joon-ho, 2003)

Ahí están algunas de las grandes referencias a las que uno acudirá sin duda alguna al ver La isla mínima, de Alberto Rodríguez, primera película a concurso en la Sección Oficial del Zinemaldia. Una película que como las cuitadas, posee ambientes turbios, lluvia sobre los personajes, marismas y lagunas, y por supuesto… asesinatos por resolver y unos personajes por lo general con mucho que ocultar, que con unas pocas miradas ya pueden hacer dudar a sus compañeros de escena e incluso al espectador de cuáles son sus intenciones o qué les ha llevado donde están (personajes que por cierto también ha sabido muy bien tratar en el cine español alguien como Enrique Urbizu).

Dos niñas adolescentes han desaparecido en un pueblo que podría denominarse de la “España profunda” y un par de policías acuden a investigarlo. Usan traje y llevan corbata. Uno lleva una libreta, donde apunta y dibuja cosas. Empiezan a investigar y como suele pasar siempre en este tipo de historias, nadie sabe nada. Nadie quiere saber… y nadie debe saber.



Alberto Rodríguez está demostrando que se maneja con mucha solvencia dirigiendo thrillers. Lo hizo con Grupo 7 y ahora lo vuelve a conseguir con la que nos ocupa. Ambas están muy bien ambientadas también, una en la Sevilla del 92 y esta en la España de la Transición. Personalmente creo que logra enganchar mejor al espectador en La isla mínima, en el sentido de tenerlo en suspenso, sin ir directo al grano (malo sería si así fuera) pues es todo mucho más contenido, mientras que Grupo 7 era más trepidante en muchos aspectos (y no me refiero a la interpretación de Mario Casas). La isla mínima tiene unas localizaciones brutales, pareciendo el parque de Doñana y alrededores la mismísima Louisiana estadounidense y esa es una de las cosas que más sorprende del film, quién iba a decir que en este país podría haber semejantes localizaciones. Localizaciones que hacen que se pegue el calor, que uno tenga miedo a caerse al agua de la marisma, que sufra la lluvia, torrencial cuando le da por aparecer… Todo logros de la historia y de Alberto Rodríguez.

Los dos actores protagonistas, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, están sensacionales. Efectivamente están a la altura de Woody Harrelson y Matthew McConaghey, de Brad Pitt y Morgan Freeman, de Gene Hackman y Willem Dafoe… Construyen unos personajes que con un buen guión detrás y unas miradas en las que con gestos mínimos logran entenderse y desprender química. Además, les apoya nada menos que Antonio de la Torre (en un breve papel, pero intenso sin duda), Nerea Barros como la madre de las chicas desaparecidas, y Jesús Castro, rostro joven muy de actualidad debido al gran éxito de taquilla que está suponiendo la película El niño (Daniel Monzón, 2014), que protagoniza.


Evidentemente la película tiene sus pegas, y una de ellas podría ser la cantidad de referencias que tiene, como las ya mencionadas. Es decir, en ese sentido no aporta gran cosa nueva a este tipo de películas de género. Además, la parte central quizá resulte algo repetitiva, quizá aburrida o larga en alguna ocasión… Pero me gustaría atribuirle eso al ritmo que lleva la peli en sí, que ya he dicho que no es trepidante (aunque sí que logra esa sensación en varios momentos).

Creo que poca cosa negativa más puedo decir sobre La isla mínima. Simplemente y para resumir, reiterar que es un buen trabajo, un buen thriller que hay que aplaudir por sus formas, por la historia, por los personajes y por sus actores.

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