Zinemaldia '17: "Pororoca", de Constantin Popescu

SECCIÓN OFICIAL A CONCURSO


Constantin Popescu ya estuvo en el Zinemaldia hace diez años con su anterior película, Principles of life. También ha trabajado con uno de los directores rumanos más conocidos de la actualidad, Christian Mungiu. Ahora acude a la Sección Oficial a concurso con Pororoca, película de dos horas y media de la que estoy seguro habrá dejado a mucha gente con mal cuerpo debido a varios de sus elementos.

La película narra la historia de una pareja normal, Cristina y Tudor, con dos hijos (un niño de unos siete años y una niña de poco más de cinco) y sus respectivos trabajos. Una mañana de domingo normal, el padre lleva a los niños al parque... Y la niña desaparece sin dejar rastro. Empieza la búsqueda de la niña y poco a poco, irá llegando la desesperación.

El inicio de Pororoca es, bajo mi punto de vista, magistral. Una serie de componentes que se ven y se oyen en pantalla, mientras aparentemente no pasa nada en el parque con todos los niños jugando y los padres a sus cosas, pero pendientes a su vez de los niños. Mientras, la cámara aguanta un plano secuencia que se mueve entre los personajes principales, estando algunos otros en segundo y en tercer plano, a quienes incluso se oyen sus diálogos, haciendo que nosotros como espectadores estemos atentos a esos diálogos y no a lo que se ve en el centro de la pantalla. Todo el rato atendemos a lo que ocurre más allá. Todo el rato existen cosas que nos distraen... Y lo hacen de tal forma que la fatalidad llega: al igual que el padre de la niña que desaparece, nosotros no nos hemos dado cuenta absolutamente de nada.

Respecto a esto último, lo de no darnos cuenta, el director Popescu asegura haber dejado una serie de pistas para el espectador a modo de diferentes sonidos que nos pueden indicar que algo no va bien. Pero reconoce que hay que estar muy al tanto y que quizá si la película se ve más de una vez podamos darnos cuenta de qué o cuándo sucede todo realmente. Un juego muy inteligente cinematográficamente hablando.


Cuando se rompe el plano secuencia (que trajo por la calle de la amargura a todo el equipo técnico, no sólo por la planificación del rodaje en sí, sino por la localización, los extras reales -el parque debía permanecer abierto a cualquier persona-, y los niños -quienes por ley sólo podían trabajar cuatro horas diarias), poco a poco empieza a romperse la estructura familiar. Pero lo que se va rompiendo realmente es la integridad del padre, que es a quien la película sigue continuamente. La madre aparece en varias ocasiones pero no es en quien el director (y guionista) decidió centrarse ya que, reconoce, no saber escribir bien sobre personajes femeninos.

Cuando se supone que el tiempo todo lo cura, en el caso de Tudor, el padre, sucede todo lo contrario: se va derrumbando y se va desesperando. El espectador hace lo mismo al empatizar y a querer saber qué demonios ha podido pasar y quién puede ser el responsable. ¿Existe una respuesta o solución a esto? La gran mayoría de las veces, lamentablemente no. En un mundo en el que cualquiera puede resultar sospechoso sólo por el hecho de sentarse en un banco en un parque, en cualquier parte del mundo, es muy difícil que algo de estas características tenga un final feliz.

La actuación de Bogdan Dumitrache como el padre es increíble. Bien le podría valer la Concha de Plata al mejor actor de esta edición del Festival, pues como digo vamos viendo cómo evoluciona el personaje perfectamente, hasta llegar a una parte final completamente devastadora, desesperanzada, violenta, bestial... Un final que contrasta con la suavidad existente al principio de la película, donde como ya he dicho sucedía todo muy sosegadamente, con esas conversaciones apartadas del foco central... Pues Popescu ha sabido perfectamente marcar una diferencia entre ambas partes, llevándonos con el personaje a un infierno del que difícilmente habrá salida.


En resumen, Pororoca es una película interesantísima, muy bien realizada que sabe desde dónde sale y dónde está su objetivo, que maneja los tiempos muy bien a pesar de su larga duración (el guión inicial duraba mucho más pero para poder tener una versión internacional el director y guionista tuvo que recortar muchos temas que se tocaban), y que, como suele decirse, no deje indiferente a nadie.

Por cierto, el título Pororoca no es una palabra rumana. Es una palabra que viene de la Amazonia, concretamente de la lengua tupí-guaraní, que significa algo así como "destrucción de casa", al denominarse así a una ola gigante que cada cierto tiempo azota aquella costa sudamericana, llegando a introducirse muchos kilómetros hacia el interior. Para Constantin Popescu resultó ser una palabra que venía muy bien para lo que quería contar, y decidió utilizarla.

Alguna foto más: El director Constantin Popescu, la actriz Iulia Lumanare, el actor Bogdan Dumitrache y la niña que interpreta a la hija de ambos, posando en Donosti.

El director Constantin Popescu

Los actores






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