Sitges 09: 'Moon'



Y por fin llegó Moon, la esperadísima película de Duncan Jones, el hijo de David Bowie que propone un interesante giro a la ciencia ficción que conocemos actualmente, y que ha sido una de las películas mejor valoradas por los críticos y por el público en lo que llevamos de año –y con fundamento, no como con Paranormal Activity-.

Hoy tuvimos la suerte de tener en Sitges tanto al director de la cinta, como al reparto completo de la misma (ya os haré un especial de fotos, porque no tengo tiempo para nada), es decir, Sam Rockwell, dueño y señor de la película, pues sobre sus espaldas cae por completo el peso de la historia, la historia de una plataforma minera que existe para obetener la fuente de energía limpia de la que se alimenta el 70% de la Tierra, el helio-3, que se obtiene en la cara oculta de la Luna y que se encuentra al cuidado de un único habitante, el astronauta Sam Bell, interpretado por el actor Sam Rockwell, quien mantiene una comunicación a distancia con la Tierra donde dejó tres años atrás a su mujer y su hija.

Duncan Jones comentó en la rueda de prensa que era fan incondicional de la ciencia ficción que se creó a finales de los años 70 y durante los 80 época en la que el género dio no sólo sus mayores clásicos, sino también bizarradas de cuidado.

“Sólo hay que ver películas como Transformers 2 para darse cuenta de por qué me gustan las películas de esa época” dijo sin cortarse un pelo, algo que aplaudimos fervientemente -he de decir que fue la mejor rueda de prensa que he visto en el Festival, al igual que la de Heartless, con Jim Sturgess-.

Se considera fan de District 9 (yeah!), otra de las películas de ciencia ficción de bajo presupuesto que junto con Moon, han causado sensación en todo el mundo. En sus propias palabras, "películas como District 9 podrían resultar un punto de inflexión, efectos especiales más baratos que permitan hacer un cine más independiente y también películas mucho más imaginativas".

Y es que su película es tremendamente imaginativa, no sólo visualmente, sino la historia en sí, que crees que ya la has visto en algún sitio pero no es así. Dale tiempo al metraje.

Y la parte cómica de la mañana fue cuando le preguntaron por qué no aparecía en la película ninguna canción de su padre, David Bowie, a lo que contestó sonriendo que “no tendría suficiente dinero como para permitirmelo”. Y es que Moon, aunque no lo parezca, ha costado unos escasísimos 5 millones de dólares, que lucen en pantalla gracias a la maquetación y a los trucos de cámara tradicional, que le dan a la película un aire casero y bello pocas veces visto en la actualidad.

Y volviendo a la cinta, me pareció soberbia y loable en muchos sentidos: por fin una película de ciencia ficción en la que priman las ideas frente a los artificios -ya casi me había olvidado de ello-, y es que como en District 9, la originalidad visual, narrativa y de la propia historia se imponen a los convencionalismos de Hollywood y a las torturas de efectos visuales que son simplemente eso, vacíos planos de CGI para los analfabetos que se creen que somos.

Moon es mucho más, se trata de una película inteligente, es reflexión pura y dura, es soledad, es distancia, es amor y es también una cruda realidad, una pesadilla, un renacimiento, un recuerdo… el poder de los recuerdos, que lo mueven todo… si perdemos los recuerdos lo perdemos todo.

El señor Duncan Jones se regodea en el poder de la ciencia ficción para contar un grandísimo y muy personal drama humano.

La gran acogida de Moon por parte del Auditori –que estalló en un gran aplauso más largo de lo habitual al finalizar la proyección- se debe a basicamente la brillante actuación de Sam Rockwell, a la originalidad de la propuesta, una historia que podría haber caído en los convencionalismos del género, pero que revive una emotividad tremenda que parecía haberse perdido en los abismos- Todo esto unido a la identificación con el personaje de la película, un hombre con el alma totalmente mutilada que ve cómo todo pierde el sentido para él, cómo todas las esperanzas que había depositado en eso que tanto anhelaba, se escapan por el vacío.

Tremendo.

Sin duda una ópera prima que dará mucho de qué hablar.

Y yo feliz con mi póster firmado por el director y mi foto con él. Otro recuerdo imborrable del Festival.

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