Crítica: 'The Lovely Bones'


Peter Jackson vive de momento instalado en su limbo propio, el del director-estrella, desde el exitazo descomunal de la adaptación de El señor de los anillos. Un sueño, con lluvia de Oscar incluidos, del que hubiera despertado si la horrenda King Kong que perpetró hace unos años no hubiera sido bendecida también con algún Oscar técnico y un éxito en taquilla, lejos de lo esperado , aunque notable; pero del que seguramente The Lovely Bones, adaptando en esta ocasión una dura novela de Alice Sebold (traducida aquí como Desde mi cielo), sí que le hará bajar más puntos vista su negativa recepción crítica casi generalizada.

Aún así, The Lovely Bones sigue reafirmándole como un director con aquello que se coincide en denominar con estilo y universo propio. Un regreso, aunque con más presupuesto y un reparto de lo más atractivo, a temáticas y maneras que ya desarrolló en gran parte en una de sus mejores obras, Criaturas celestiales (1994). Comparte con el drama que coprotagonizó Kate Winslet un regusto a thriller y a crónica negra (allí inspirado en el caso real de dos inseparables amigas adolescentes que asesinaron a la madre de una de ellas), entrelazado con un fuerte componente fantástico (el mundo de fantasía que se inventaban las dos protagonistas para vivir su libertad).

Y aquí con la historia (ficticia), de una muchacha de 14 años, Susie Salmon (Saoirse Ronan), que ve su inocencia interrumpida salvajemente cuando un psicópata asesino en serie, y vecino de ella (Stanley Tucci), la viola (algo que el filme, al contrario que la novela de Sebold, no deja claro) y asesina. Pero el traumatizado fantasma de Susie quedará atrapado en otro limbo, el de las puertas del cielo. Un “mundo” hecho a su medida porque es ella quien lo va ideando y controlando en cierta manera, y negándose a abandonar el contacto con los vivos, sobre todo cuando sepa que su asesino se dispone a volver a matar. Mientras, sus padres caen en la desesperación, obsesión y depresión, y las investigaciones de la policía se revelan inútiles para resolver el caso o tan siquiera hallar el cuerpo de la pequeña.


Que The Lovely Bones está muy lejos de ser una película perfecta, o a pesar de los varapalos que reciba el neozelandés, no quita que contenga momentos de buen, muy buen cine. Peter Jackson continúe siendo un cineasta a tener muy en cuenta. Pero el balance de errores, o tratamientos equivocados, acaba por desequilibrar definitivamente una propuesta que empieza de maravilla y que sólo recupera la brillantez de manera intermitente.

Una lista de desaciertos que pueden resumirse ya desde las interpretaciones, en su mayoría, carentes de fuerza empezando por un Mark Wahlberg, desubicado y apagado en uno de los roles de peso, el del padre de la joven protagonista y una de las principales conexiones de Susie desde el Más Allá; prosiguiendo con una Rachel Weisz, la madre, que poco o nada puede hacer por un personaje breve que la relega a poner su rostro y presencia al servicio de trillados tópicos; o una Susan Sarandon, divertida (que parece puesta para poner las únicas notas de humor al filme, por eso de aliviar tensiones y seriedad en mitad del metraje), pero tan sólo una caricatura de su personaje, la suegra. Mientras que Stanley Tucci sabe que hacer de psicópata siempre es agradecido y no desaprovecha su papel de ogro; la propia Saoirse Ronan o Rose McIver, la hermana menor de Susie, resultan de lo más memorable en cuanto a interpretaciones.

Las secuencias en el particular cielo de Susie revelan los principales defectos. Un exceso de cursilería en unos instantes que deberían ser poéticos o conmovedores, agravado por la artificiosidad que desprenden sus imágenes y efectos visuales. Esa interacción de Susie en su limbo e intentando interactuar con sus seres queridos en la Tierra debería haber sido el plato fuerte de la función, pero son en realidad el manjar que estropea gran parte del tratamiento de The Lovely Bones. Y para colmo, los diez minutos finales, totalmente fallidos, entre el anticlimax y lo ridículo de algunos desenlaces, no ayudan nada a mejorar la sensación final. Aspectos que como Peter Jackson no corrija en esa adaptación de las aventuras de Tintín, que prepara con Spielberg, me temo que va a perder a los pocos defensores que pueda tener. Pero, de momento, aún se permite autoreferenciar, en el escaparate de la librería de un centro comercial exhibiendo un enorme póster sobre la obra de Tolkien o con un hitchcockiano cameo, mientras prueba una cámara de video.

GENIO IRREGULAR

Puede que haya tratado la más reciente película de Peter Jackson con dureza, pero The Lovely Bones también contiene los trazos del gran cineasta que, a veces, es empezando por la decisión, artística y visual, de tratar las imágenes con un colorido muy vivo (azules, rojos, naranjas…), en consonancia con ese punto de vista de la joven Susie. Colores juveniles y llenos de vida, también dando un aspecto idílico o de juguete a sus escenas, pero que chocan también con su trasfondo de thriller y la dureza del caso de Susie al no haber dado Jackson con esa adecuada unión entre melodrama, intriga y fantasía. O una primera media hora espléndida, de presentación de personajes o avanzando la tragedia que vivirá Susie por medio del paralelismo de un muñeco de nieve, solitario pero feliz en su caparazón de cristal, junto a escenas buenísimas (Spoilers) la recreación del zulo para atrapar a niñas que ha ideado Harvey; Susie pasando, corriendo y de noche, al lado de una chica con ciertos poderes extrasensoriales, y poco después visitando distintos lugares conocidos, o desconocidos como a su asesino en la bañera para limpiarse la sangre, descubriendo esa realidad de que ella ha sido asesinada; la rabia del padre (Wahlberg) rompiendo las botellas de cristal que contienen los barquitos, su hobby, con el siniestro montaje en paralelo de Susie escenificando el momento en su limbo; o la tensión en una de las escenas más efectivas, la de la hermana descubriendo el diario del asesino donde escribe y dibuja los preparativos para sus próximas fechorías (fin spoilers).

 





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