Crítica: 'Fantástico Sr. Fox'

LO ESPECIAL DE SER DIFERENTE


Wes Anderson es uno de los directores imprescindibles del cine norteamericano actual. Sus películas podrán gustar más o menos, pero ha sido alguien capaz de crear algo nuevo en sus historias o el modo de reflejar a sus personajes e interacciones. Personalmente, uno de los distintivos que más me llama la atención es su genial y particular capacidad para tratar el humor más negro, de plasmar un tipo de comedia que surge de manera tan natural en la historia como capaz tanto de sacarte una sonrisa y dejarte frío al mismo tiempo. Y no es que sea grotesco, es más bien el toque Anderson, un toque que sorprende además por imprevisible.

Y esta adaptación de un libro infantil de Roahl Dahl, publicado en 1970 y en España bajo el título de ‘El superzorro’, es una muestra más de su condición de autor. Siendo completamente fiel al entramado de la novela en la que se basa (incluso el final de la película y del libro son el mismo), aunque añadiendo algunas modificaciones (por ejemplo, su protagonista es padre de un hijo en la película, y de cuatro en el relato de Dahl), también para expandir el relato para que diera de sí un mayor metraje, lo que consigue Wes Anderson es impregnar la historia y sobre todo los personajes con su propio estilo. Por decirlo de alguna manera, una vez visto este ‘Fantástico Sr. Fox’ no cabe duda de que estamos más ante un relato de Wes Anderson que de Roahl Dahl. Algo que me parece todo un elogio para alguien que se le pueda llamar autor (y siempre que aún se siga confiando en que tal término existe).

Teniendo en cuenta que este cuento fue el primero de Dahl que Anderson leyó, y el primer libro, según el mismo director, que se compró; unido a su amor hacia la animación tradicional en stop-motion, y de la que tuvimos oportunidad de ver otro excelente extracto en su estupenda ‘The Life Aquatic’ (en unas escenas submarinas animadas por el maestro Henry Selick), resulta menos sorprendente que éste sea su primer largometraje completamente de animación, pese a que, al menos yo, nunca hubiera relacionado antes a Anderson con el cine de animación.

El stop-motion unido a la textura de bellísimos colores ocres, amarillos y marrones, propios de la tierra, del color de los zorros o de ese tiempo otoñal que puede relacionarse fácilmente con la etapa de madurez por la que atraviesa su protagonista, el Sr. Fox, confiere a la película un indiscutible encanto, artesanal, elaborado y mágico, potenciado por esas mismas imperfecciones y sentido de lo artificial, de lo “animado” de la técnica.


Sin embargo, uno de los principales logros de ‘Fantástico Sr. Fox’, que no es que me haya entusiasmado, pero me parece muy notable, son los personajes. Todo un hallazgo y con el personal sello de Wes Anderson. La composición de ese Sr. Fox (voz original de George Clooney) , un padre de familia aburguesado y acomodado a su pesar, debido a la promesa que le hizo a su esposa de dejar lo que más le gustaba, el oficio de ladrón de gallinas y cualquier ave de corral, y que ahora se gana el sustento como columnista del periódico local, resulta verdaderamente carismática. Aún teniendo en cuenta su vanidad y egoísmo, también desprende un irresistible encanto, ingenio y una envidiable honestidad consigo mismo.

La ruin rata malhechora (con voz original de Willem Dafoe) que se ha pasado al bando de los humanos, concretamente de uno de los 3 despiadados granjeros que perseguirán incansablemente al Sr. Fox, es otra de las joyas en cuanto a personajes. Al igual que las excelentes caracterizaciones de la esposa (voz de Meryl Streep), el hijo con serios complejos de inferioridad o su primo, un atleta y un “chico” modelo, pero con su padre a punto de morir y afectado por unos repentinos ataques de depresión.

Memorable también la escena con el encuentro, desde una cierta distancia, con un lobo (a los que el Sr. Fox les tiene auténtica fobia) y que destila belleza y respeto por el mundo animal.

Todo ello puesto al servicio de muchas más cosas, pero sobre todo en esta singular batalla entre poderosos humanos y astutos zorros prevalece el mensaje sobre el valor de ser distintos (momento especial también, cuando aparecen impresas con letras los nombres en latín de cada especie de animal, remarcando la singularidad y origen de cada uno de ellos), con nuestras rarezas, limitaciones y deseos a los que no renunciar, que son los que al fin y al cabo nos harán realmente únicos y especiales como seres, se trate de humanos u otros mamíferos con más pelaje.







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