Crítica: ‘The Crazies’ – Todos estamos locos


( Contiene ligeros spoilers )

Parece mentira que el mismo director que hizo ‘Sáhara’, una olvidable superproducción (aunque no lo pareciera) de aventuras con Matthew McConaughey y Penélope Cruz, haya firmado también ‘The Crazies’. Los 130 millones de dólares de la primera en contraste con los sólo 20 de la segunda, y los resultados no tienen comparación. ‘The Crazies’ le da mil vueltas a ‘Sahara’. Una era caótica, aburrida y rutinaria, la otra planifica perfectamente su tensión, entretiene y saca muy buen partido de su material, basado en una película de George A. Romero de 1973.

El director es Breck Eisner y no sitúa en el una pequeña localidad situada en el centro-oeste de Norteamérica, en Iowa, para relatarnos una amenaza, en uno de los subtemas más queridos y tratados por el género fantástico, el que provocará un virus. Un peligro que no viene del (espacio) exterior sino de nuestro propio mundo. Un gas que transforma a los apacibles lugareños que sólo desean cosechar sus tierras, disfrutar con el béisbol y procrear en paz en seres enloquecidos y, lo más grave, que únicamente piensan en cargarse al prójimo. Personas de lo más normales convertidos en auténticos psicópatas y en apenas unas horas. Y la intervención de los equipos militares, médicos y científicos del gobierno (atención a esos planos de cámaras vía satélite), en su misión de erradicar el problema, serán otro escollo importante a salvar para el reducido número de personajes inmunes a los efectos del gas.

Con los enloquecidos por una parte y las fuerzas oficiales por el otro intentando liquidarlos, cabe suponer que el grupo de supervivientes tratando de escapar de una muerte segura no lo tendrá nada fácil. ‘The Crazies’ va mostrando sus cartas linealmente y deprisa, me refiero a que no hay que esperar demasiado tiempo para saber lo que ha ocurrido. Su argumento se convierte entonces en un survival entre el thriller y el género de zombis, poseídos o infectados, cómo sería este el caso, y que tiene a unos convincentes Timothy Olyphant y Radha Mitchell interpretando a su pareja protagonista, el matrimonio compuesto por el sheriff y la doctora del lugar. Y ambos muy bien secundados por Joe Anderson como Russell, el ayudante del sheriff.


La película se construye, en un clima notable por parte de Eisner, alrededor de varias secuencias especialmente impactantes o tensas: un granjero acosando a su esposa e hijo encerrados en el armario, el encuentro del sheriff con el encargado de los servicios funerarios, uno de los enloquecidos con un rastrillo aniquilando a pacientes atados a una cama, el terror y el suspense dentro de un túnel de lavado de coches… hay más, pero estos son algunos de los mejores ejemplos. Y lo mejor es que pese a que muchas de sus situaciones puedan parecer ya trilladas, el trabajo con el ritmo, la planificación o el empleo de los decorados es más que notable.

Igualmente no faltan los pequeños detalles o planos de lo más interesantes. La revelación a la doctora de que personas cercanas, familiares, empiezan a “encontrarse mal” (indicios de un comportamiento extraño que recuerdan al inicio de ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’); o la silueta de la esposa de uno de los granjeros infectados ante las luces encendidas de una enorme máquina cosechadora, empeziezan a esparcir los primeros toques de atmosfera enrarecida y una inquietud que no tardará en apoderarse completamente del relato. No es que haya innovación u originalidad, en cuanto a contenido o forma, pero la firmeza y las ideas claras de Eisner en la dirección la hacen realmente destacable y “disfrutable”.

 





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