Extra crítica: 'Two Lovers' - Reactualizando el melodrama
‘Two Lovers’ es el credencial definitivo para considerar a James Gray como uno de los grandes directores norteamericanos de la actualidad. Alguien con estilo y personalidad propia, pues es su labor de trabajo y creación en la puesta en escena lo que le da carácter y entidad a esta su nueva película.
Después de haber destacado con tres notables thriller, sobre todo con ‘La noche es nuestra’, el filme inmediatamente anterior a ‘Two Lovers’, Gray prueba con otro género clásico como es el melodrama sin intentar crear escuela ni cambiar las cosas. No trata de cuestionarse sus mecanismos, intentar ser original, innovador o darle una vuelta de tuerca sino que filma el melodrama cómo lo hubieran hecho, muy probablemente, maestros del calibre de, pongamos por caso, Douglas Sirk, Frank Borzage, George Cukor o Vincente Minnelli pero ahora, en el siglo XXI.
Además, tenemos a Joaquin Phoenix en la que posiblemente sea su mejor interpretación de su carrera. Interpreta a Leonard, un hombre de unos 35 años con algunos trastornos psicológicos (Leonard es bipolar) que le hacen más vulnerable, más complejo el relacionarse sentimentalmente, entre cierto autismo y en apariencia con una menor madurez, digamos, de la que cabría esperar en un adulto de su edad (durante una cena, Leonard muestra sentirse más cómodo jugando con un niño que interactuando en la conversación con el resto de adultos).
LA OBSESIÓN RUBIA
El guión es sencillo pero notable. La historia de Leonard que de un nuevo intento de suicidio (la escena que abre la película) tras un fracaso sentimental, pasa en pocas horas de haber podido estar muerto a cruzarse con dos mujeres, dos amores entre los que se debatirá aunque él tenga claro a quién de las dos prefiere. Es también un material con el que en manos de la mayoría de directores habría caído en el drama romántico más tópico, facilón y previsible, o directamente en el telefilme de sobremesa.
James Gray lo encauza de otro modo, con las ideas muy claras y con maestría, dándole un tratamiento por medio de las imágenes o a través de las lecturas de su guión que van más allá de la historia de amores, imposibles o no, que nos está contando en primer plano. Su puesta en escena es estilizada, elegante y también oscura. Predominan los interiores o las escenas nocturnas, incluso al amanecer, con poca luz. Una oscuridad vinculada a esa personalidad de su protagonista, soterrada, sombría y difícil de apreciar a los ojos de los demás.
Sobre los dos amores del protagonista masculino están la morena Sandra (Vinesa Shaw), dulce, sensible y educada; y la rubia y carnal Michelle (Gwyneth Paltrow), una vecina nueva de su bloque, independiente y divertida. Sandra es la opción más segura y cómoda porque ella le quiere y porque los padres de ambos, por temas de negocios familiares, aprueban y desean que se formalizara una unión matrimonial entre ellos. Mientras que Michelle ejemplifica lo más irracional e incontrolable del deseo, es el amor que realmente quiere Leonard, un amor imposible que ilustraría la inspiración para el filme de la obra ‘Noches blancas’ de Dostoievski, el de sentirse irremisiblemente, de manera obsesiva, atraído por alguien sin apenas conocer a esa personal. En el caso de la muy carnal Michelle (y Paltrow realiza una de sus mejores interpretaciones en años), tampoco no tardará en revelarse como alguien muy vulnerable, con severos problemas sentimentales.
UN POSO AMARGO
Gray filma uno de los principales encuentros a solas entre Michelle y Leonard, el primero en la azotea, con él acudiendo a la llamada de ella al amanecer, encuadrados a corta distancia pero desde lejos, a través de las ventanas y aperturas de la caseta, indicándonos que, a pesar de lo que desea Leonard, aún son sólo amigos. Una manera de filmar que contrastará posteriormente de nuevo con la pareja en el mismo lugar y con la cámara ya más cercana a los dos.
La atracción de Leonard hacia Michelle es tan superior a él que incluso en la escena de cama con Sandra, las panorámicas de la cámara, al inicio y al final en el transcurso de una noche de amor consumado, nos acaban llevando hacia esa ventana de la vecina Sandra, recordándonos su presencia, la obsesión que tiene el protagonista, siempre con ella en mente aunque esté acostándose, intentando amar, a otra mujer.
Y está el fuerte simbolismo del seno familiar como núcleo protector, también represor de otros deseos y libertades, y del que curiosamente Leonard ha intentado siempre levantar el vuelo del nido de sus padres e ir por libre… sin éxito. Son especialmente significativas las escenas con Isabella Rossellini, como la madre del protagonista, vigilante pero que únicamente quiere la felicidad de su hijo. 'Two Lovers' culmina en un final que a primera vista puede parecer conservador, pero que esconde una terrible amargura y tristeza. Sólo cabe reprocharle un ritmo irregular, en ocasiones algo tedioso, pero es también de esas películas que perduran después de su visionado.
.
A mi la verdad es que no se me hizo pesada, es como si no le sobrase ningún plano...
ResponderEliminarY por otro lado es tristísima, me daban ganas de meterme en la pantalla y darle un abrazo a Phoenix, pobre hombre!
Aunque la encontré en algún momento con escenas en las que se encallaba (al menos en mi atención), pero James Gray es un director a tener muy en cuenta, y la lástima es que en Estados Unidos no le presten más atención, algo que él mismo lo reconoce en sus entrevistas.
ResponderEliminar