Crítica: 'Linterna verde' (Green Lantern)


Se veía venir. Trailers desalentadores, tibia acogida de la crítica, semi-fracaso comercial... "Green Lantern" ya nos llegaba con las peores cartas de presentación. Si es que a un hombre como Martin Campbell no se le tenía que haber confiado la dirección de ningún otro pelotazo comercial, que tuvo suerte con "Casino Royale", pero ese es sólo un mero foco de luz en medio de la negrura, y desde entonces algo ha llovido. Y una cosa es que esté bueno, que eso nadie lo duda, pero otra muy distinta es que sea credencial suficiente para convertir a un actor como Ryan Reynolds en estrella y principal (único) reclamo de una película de superhéroes. ¿Cómo demonios se pudo siquiera concebir una idea semejante? Claro, al final alguien iba a acabar pagando los platos rotos, sin comerlo ni beberlo. Suerte tienen de que el bueno de Hal Jordan sea sólo un personaje de cómics. Pero en fin, toca hacer de tripas corazón y contener nuestros espíritus alarmistas, que tan, tan mal no ha salido la cosa. Vamos, que sí, que como producción cinematográfica podemos ir diciendo desde ya que "Green Lantern" es una verdadera chufa. Pero algo bueno se le puede rascar para que, ay, la herida escueza menos. Y dicen que algo es algo, ¿no?

Obviemos, pues, cuestiones que no vienen al caso. Olvidemos (difícil tarea) el doblaje español, que no hace sino condenarla definitivamente al restarle la ya de por sí escasa entereza a su actor, bastante limitado a la hora de lidiar con papeles como el que le ha caído entre manos. No le hagamos caso a su tremebundo 3D, puesto que a fin de cuentas, se puede ver en bidimensional y santas pascuas (eso sí, ya sería cuestión de ir acabando con el dichoso formato). Y pasemos por alto las obvias licencias que han debido tomarse a la hora de adaptar los cómics a la gran pantalla: no se puede condensar tanto material en apenas 120 minutos, y contentar por igual a fans y neófitos; y además, en este sentido tampoco son demasiado flagrantes las alteraciones.


Centrémonos en la película per se, y busquemos qué se puede rescatar en esta suerte de batiburrillo sin estilo, personalidad ni buen gusto, que nada más empezar ya aclara cualquier atisbo de duda sobre sus intenciones: hasta ahora las adaptaciones de la DC se habían podido separar claramente de las marvelitas, pero si en los primeros quince minutos de ésta uno cambia anillos por martillos puede que le cueste distinguir entre "Green Lantern" y "Thor", por ejemplo.

Y más adelante, entre "Green Lantern" y "Iron Man", o "Spider-Man", o "Los 4 Fantásticos". Esta vez han querido emular a su inmediato rival con un film cortado por el mismo patrón, pero han incluido todos los contras que eso conlleva dejándose por el camino a la mayoría de pros. Así, la cinta que nos ocupa es igual de hueca, previsible, inocente y simplona. Pero carece del rigor formal de la de Branagh, del atino cómico de los guiones de la de Favreau, o de la puntual genialidad de la de Sam Raimi. Del mismo modo que el héroe en cuestión (y ojo, un servidor lo tiene como favorito en su top-DC) carece de la gracia de los otros.

Peor de todo esto es la evidente sensación de que el guión está siempre a un nivel inferior, por debajo de la big picture que es esa presumible trilogía de linternas a la que se abocará la Warner en los próximos años. Claramente condicionado por ello, el libreto adolece de serios problemas de ritmo: dedica un tiempo excesivo a la presentación de personajes que después se demuestran intrascendentes para el desarrollo de la trama, carece de un enemigo con verdadera fuerza (hay que esperar al final de los títulos de crédito para ver, en pocos segundos, a un malo sumamente más estimulante), y peca de ser una simple fotocopia de cualquier primera incursión enmascarada en el cine. Parece mentira que en 2011 aún se tengan que emplear tantos recursos, y desperdiciar tanto tiempo en contar la misma historia una y otra vez (cuidado con sonrojantes flashbacks iniciales; pueden acabar prematuramente con la paciencia del respetable).

Tampoco hay mucho positivo en sus apartados formales y técnicos. Martin Campbell es incapaz de dotar de nervio alguno a sus secuencias de acción, por mucho cliché del que haga abuso, ni de personalidad al resto de ellas; y los efectos especiales dejan mucho que desear. Tanto, que quedarían en evidencia en comparación con los vídeos de presentación de un videojuego normalito, y no necesariamente de última generación. Por su parte, la banda sonora tampoco pasará a la historia, la verdad.


Pero decíamos al principio que había que buscar algo que rascar, y casi se me pasa. No, afortunadamente no todo es tan malo en "Green Lantern". Aquí y allá sí consigue enlazar un par de pasajes logrados, que pese a todo logran hacerse entretenidos. Y en general, pese a ser un petardo de proporciones bíblicas, el rollo naif que se gasta hace que se le acabe cogiendo cierto cariño a lo poquito que ofrece. Además, los fans de los cómics encontrarán una baza muy a su favor, y es que las herramientas que se saca Hal Jordan de su imaginación y el poder del anillo son, en su gran mayoría, deliciosas. Si alguien temía por que todo fueran ondas de fuerza y kame-hames, puede estar tranquilo, que el protagonista sigue siendo igual de socarrón (atención al entrenamiento en OA). Y finalmente, por muy desaprovechada que quede, la actuación de Peter Sarsgaard como Hector Hammond es soberbia. El actor es de los pocos que entiende lo que su papel exige, y le pasa la mano por la cara a Ryan Reynolds, Blake Lively, e incluso a todo un Tim Robbins.

Por estos detalles, "Green Lantern" se salva por los pelos. O como mínimo, no es condenada totalmente. Se trata de una verdadera decepción que se coloca por encima de "Los 4F", "Elektra", "Daredevil" y poco más, y a nadie se le escapa que había mucho más jugo por exprimir en la fuente original. Pero al menos han sabido respetar la esencia del personaje principal, y a eso hay que sumarle dos horitas de relax neuronal a base de efectos especiales y viajes por el espacio. Eso, y que seguimos hablando de un hombre con la habilidad de crear al instante todo lo que se le pase por la cabeza, y qué demonios, eso mola siempre. Así que aunque sea un verdadero desastre artístico, la opinión consensuada es que podría haber sido mucho peor. Pues menos mal.

Por Capitán Spaulding, de La casa de los horrores











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