Zombiología
Dentro del cine de terror, el subgénero zombi tomó carta de naturaleza gracias a George A. Romero, si bien, hacía décadas que los muertos vivientes alborotaban las salas de cine con sus andares torpes y su insaciable apetito por la carne humana. Escanear en profundidad un fenómeno que saca a cientos de miles de personas a las calles el día mundial del zombi es sumamente complejo. Tal vez todo sea más sencillo de lo que parece y las películas sobre zombis no busquen otro fin que el de alimentar a unos acólitos fieles mientras el surtido de maquillaje abunde y el corazón siga latiendo de modo sincopado.
De momento aquí queda una antología zombi de películas imprescindibles.
APOCALIPSIS CANÍBAL (1980)
Memorable incursión italiana en los más profundos adentros de la simbología zombi que toma como punto de partida la misión secreta de cuatro comandos que investigan una fuga de material químico en Papúa Nueva Guinea. Por supuesto, la fuga no sólo se ha producido sino que ha degenerado en una orgía de muertos vivientes en busca de carne fresca con preferencia por la de los inconscientes comandos. Imprescindible cinta para días con poca huella.
Caracterización zombi: Mediocre. A medio camino entre una performance de Gila y los restos de serie de una casquería.
LA NOCHE DEL TERROR CIEGO (1971)
Generosa muestra del agroterror más cañí de la mano del inclasificable Amando de Ossorio. Dos amigas, acompañadas del maromo de turno, se dejan caer en un parador rural para pasar unos días. Los vericuetos del inverosímil guión terminan llevando a una de las chicas a un pueblo abandonado en el que será martirizada por un grupo de aburridos zombis templarios. Verles montando a caballo sigue despertando las sonrisas más tiernas. Pese a ello, en días tontos hasta puede inquietar.
Caracterización zombi: Económica. Amando de Ossorio tomó prestados los esqueletos de alguna facultad de medicina y se marcó una película con tan escueta materia prima. De haber existido las tiendas de chinos en los años sesenta, habría rodado “Titanic”.
LA SERPIENTE Y EL ARCOIRIS (1988)
Wes Craven amplia su espectro creativo, tratando de sacudirse la fama de director de clásicos de terror para adolescentes, al llevar al cine la espeluznante historia autobiográfica del antropólogo Wade Davis. Secuestrado, torturado y finalmente zombificado durante una odisea sin fin en Haití, la novela que escribió sigue siendo una de las más fieles y crudas descripciones que todo aspirante a no muerto debe leer.
Caracterización zombi: Gradual. Aunque tiende hacia el repelús más gratuito, el esfuerzo por acojonar de modo realista es palpable.
LA NOCHE DEL COMETA (1984)
A su paso por la Tierra, el cometa Halley pulveriza a casi la totalidad de la población mundial convirtiendo en zombis a los supervivientes. De la hecatombe sólo se salvan dos amigas adolescentes y el inevitable tío bueno, que pese a ser más tonto que pellizcar cristales está dotado de unos abdominales XXL que le otorgan voz y voto en la función. Sin presupuesto para mucho más que para el esperpéntico maquillaje de los zombis, la mayor parte de la película fantasea con las posibilidades de un mundo moderno a disposición de unos adolescentes sin reglas que cumplir. Como en la casa de George Clooney, vamos.
Caracterización zombi: Pura guasa, las máscaras caseras de Halloween tienen más rigor. La quinta ocasión en la que le bailan los ojos tras la máscara a un supuesto zombie conserva la gracia. A la novena las ganas de matar al susodicho aumentan.
MUERTOS Y ENTERRADOS (1981)
Excelente y olvidada película que cuenta cómo todo forastero que pisa el pueblo de Potters Bluff acaba convertido en papilla ante la pasividad local. Dotada de una atmósfera desasosegante y una puesta en escena que rehúye los lugares comunes, el único punto discordante es su desajustado casting y sus pretensiones excesivamente a la baja. Actitud le sobra.
Caracterización zombi: Refrescante. Lejos del barroquismo, posiblemente forzados por su escueto presupuesto, se empeña en hacer aparecer a los zombis con escasos estragos y cierta lozanía de epidermis y movimientos.
Caracterización zombi: Refrescante. Lejos del barroquismo, posiblemente forzados por su escueto presupuesto, se empeña en hacer aparecer a los zombis con escasos estragos y cierta lozanía de epidermis y movimientos.
LA NIEBLA (1980)
Jamie Lee Curtis, scream queen oficial de las películas de John Carpenter, se cansa de poner caras de susto mientras el director se afana en su cruzada contra la ñoñez haciendo imágenes una leyenda de zombis sanguinarios que brotan cuando aparece la niebla en un pueblo pesquero. Hasta aquí bien, el problema es que la película no da para más que para una historia de Halloween contada con una linterna bajo la mandíbula.
Caracterización zombi: Aparatosa, muy del estilo del director. Alguno de los zombis incluso pierde un ojo o la nariz durante el exterminio. Bendito seas, Johnnie.
ZOMBIES PALETOS (1987)
En plena desmitificación del mito zombi, la Troma metió sus zarpas en los restos del cadáver dando a luz una inclasificable patochada en la que unos palurdos se beben un bidón con residuos tóxicos convirtiéndose en zombis a la caza del excursionista urbanita. La cosa, como todo lo que factura la Troma, tiene su gracia (más si se cuenta con la ayuda de alguna sustancia no del todo legal), pero eso de verla más de una vez…
Caracterización zombi: Cacofónica. Obra, con seguridad, del mismo equipo de maquillaje que dio vida al Toxie de “El Vengador Tóxico”.
RE-ANIMATOR (1985)
Más cerca de Frankenstein que del mito zombi, Stuart Gordon resucitó la ironía y el tono festivo para el género con esta orgía de sangre y vísceras. Como colofón, escenificó una escena de sexo entre una rubia de buen ver y una cabeza amputada sujeta por su propio cuerpo en un alarde de buen gusto gore. Las inevitables secuelas fueron decepcionantes. Lástima, con lo bien que empezó la fiesta.
Caracterización zombi: Sanguinolienta. El regusto por la carne putrefacta le otorga puntos.
CEMENTERIO VIVIENTE (1989)
Enésima adaptación de un relato de Stephen King que narra lo vitaminado de un cementerio de mascotas con la facultad de devolver la vida a quien allí es sepultado. La mala hostia con la que regresa al mundo de los vivos el hijo del protagonista es pura lógica. ¿Qué esperaba, tras haber enterrado a su hijo al lado de un gato llamado Fred? Por lo demás, todo tan previsible como ajustado. Sin sustos de más ni sobresaltos de menos.
Caracterización zombi: Hiperrealista. Sin apenas hedor ni descomposición visible, pero con olor a sangre.
LA LEGIÓN DE LOS HOMBRES SIN ALMA (1932)
La primera experiencia zombi en la gran pantalla llegó de la mano (cómo no) de Bela Lugosi. En esta ocasión interpreta a un maléfico hechicero vudú que atrae hacia sí a una pareja de recién casados en luna de miel por Haití con objeto de zombificar a la chica. Entrañable cine de monstruos gesticulantes cargados con menos maquillaje del que utiliza cualquier colaborador de “Salvame”.
Caracterización zombi: Austera. Lejos del punto loco del zombie moderno.
LOS NIÑOS NO DEBERÍAN JUGAR CON COSAS MUERTAS (1972)
Aparentemente filmada con los pies, marca de la casa del gran Bob Clark, este icono del terror juvenil funciona con dos marchas, y aún le sobra una. Cuenta la historia de un grupo de adolescentes, miembros de una secta de chichinabo, que participan del ritual para despertar a los muertos de su alucinado líder. Al final, por casualidad, y por obra de manos con más sabiduría, los muertos abandonan sus tumbas para unirse en una partouze de casquería no exenta de saludable humor necrofílico. Le falta to marse más en serio a sí misma para alcan zar un mayor grado de enjundia, pero de haberlo hecho no sería lo mismo. Alucinación friki en grado sumo.
Caracterización zombi: Es de suponer que agotaron el suministro de vendas y látex de algún pueblucho de Rhode Island para filmarla. Divertido incluso cuando las lentillas de pega se descuadran de los ojos de algún no muerto.
POSESIÓN INFERNAL (1981)
Además de situar a Sam Raimi en el mapa de cinéfilos pecadores e impepinables, “Posesión Infernal” supuso un espectacular salto cualitativo en el género, llegando al punto de que docenas de sesudos críticos gafapastas la calificasen de clásico moderno. Desde entonces, la historia de los incautos excursionistas captados por un mal con reminiscencias lovecraftianas pasó a ser carne exclusiva de cineclub de culto. ¡¡Rescatémosla!!
Caracterización zombi: Genuina. Pongamos una pizca del rictus de la Bruja Avería, sumemos unos toques gore y nos queda la expresión de un orgasmo de Michael Ironside.
ZOMBI (1978)
George A. Romero, el artífice de todo el mito zombi moderno, ya había tocado techo con “La Noche de los Muertos Vivientes” cuando redundó en el tema con “Dawn of the Dead” (elocuentemente rebautizada en España como “Zombi”). Poco importa que para los auténticos gourmets esta nueva visión sea sobradamente superior a su mítica primera incursión en el género. Lo realmente llamativo fue el cinismo y la dosis amoral que imprimió en esta joya que mantiene sus propiedades abrasivas hoy día.
Caracterización zombi: Insistente con un plus. Conserva la misma mala leche de sus antecesores, y a ello se suma una movilidad motriz superior, sin perder sus referentes robóticos.
LA TIERRA DE LOS MUERTOS VIVIENTES (2005)
El esperado retorno de George A. Romero al mito zombi se hizo esperar, pero al fin encontró su sitio tras el renacimiento mainstream del fenómeno al rebufo de obras como “28 Días Después”. Inteligente fábula sobre una sociedad aislada y sometida al acoso de un mundo exterior poblado por zombis sin escrúpulos. Unos santos, en cualquier caso, comparados con los líderes de esta sociedad sin futuro infectada por la avaricia. La sutileza, que nunca fue una virtud de Romero, en esta ocasión está ausente como nunca en favor del pesimismo más explícito.
Caracterización zombi: Austera y efectiva. El miedo, casi siempre, no precisa de la carne putrefacta ni de la hemoglobina fácil para aparecer, aunque los valores añadidos ayudan…
PLANET TERROR (2007)
Un extraño virus se extiende por una garrula región de los States, al tiempo que unos militares de gesto chungo (como corresponde a toda serie B que se precie, aunque sea impostada) hacen lo imposible para hacerse con un antídoto a contrarreloj. Lo mejor, las poses macarras y unos zombis más estúpidos de lo habitual.
Caracterización zombie: Puro cachondeo. Robert Rodríguez jalea la mejor cutrez de las series B de pase doble con un maquillaje destinado a provocar arcadas. Demasiado elaborado para lo que requería el caso.
PÁNICO EN EL TRANSIBERIANO (1973)
Sucedió que en pleno delirio setentero se cruzó esta obra magna del absurdo en el que el cuerpo de un extraño ser, encontrado en la estepa china, es enviado a bordo del transiberiano hasta Londres para ser analizado. Por supuesto, el bicho cobra vida e inunda de muerte (y zombis) unos vagones ya de por sí lo suficientemente mortecinos. Rodada de modo alucinado, esta coproducción hispano-británica bien podría formar parte de cualquier revival zombie por derecho propio. Y eso que el monstruo suda como un mortal tras su careta de plástico.
Caracterización zombi: De traca. Aunque pretenda dar miedo, y a cambio dispense pena, el monstruo formará para siempre parte de las sesiones dobles dominicales de toda infancia cinéfila. Especialmente cuando la careta del monstruo cede ante la ley de la gravedad, algo que sucede en más de una ocasión. El que los niños le aplaudiésemos cuando aparecía en pantalla, suena hoy enternecedor.
EL CARNAVAL DE LAS ALMAS (1962)
Esta ignota obra maestra del género de terror avanzó lo que otros contaron décadas más tarde. Plena de vigor narrativo y propietaria de una atmósfera enfermiza que aplasta al espectador, al tiempo que a su protagonista, nos sume en un mundo en el que la realidad se difumina hasta confundirse con el preludio de las peores pesadillas. Todo comienza con un accidente de coche, y termina con uno de los clímax más tormentosos jamás proyectados en una sala oscura. Ni siquiera las lágrimas proporcionan paz, mucho menos descanso.
Caracterización zombi: Angustiosa. En sintonía con los parámetros seguidos por su director, físicamente los zombis podrían ser los mismos que tienden sus manos para ayudarte. Sólo que comen cerebros.
ZOMBIES NAZIS (2009)
Curiosidad noruega situada en las antípodas de las parodias más macarras, pese a su vocación transgresora. El guión es tan disparatado como se exige, pero carece de la maldad suficiente que las cruces gamadas otorgaban a sus portadores. Tras un vistazo rápido merece el olvido inmortal.
Caracterización zombi: Sin duda lo mejor de la película. Si bien los uniformes nazis acojonan más que los labios descarnados.
REC (2007)
Una ambiciosa reportera televisiva dispuesta a todo por una buena exclusiva; un edificio “contaminado” en pleno corazón de Barcelona; reminiscencias religiosas y zombis sanguinolientos atacando a degüello… Jaume Balagueró y Paco Plaza hallaron la piedra rosetta sin necesidad de escarbar demasiado. Cocinar de modo impecable los ingredientes es mérito suyo. El engrandecer una película en verdad rayana en la mediocridad más absoluta fue mérito del público que la coronó. Así y todo, asusta en más de una ocasión. Cosa de los miedos atávicos bien gestionados.
Caracterización zombi: De manual. Sin arriesgar demasiado, pero sin dejar nada fuera del catálogo.
BIENVENIDOS A ZOMBIELAND (2009)
Chulería en la línea del “Vampiros” de John Carpenter que juguetea con la posibilidad de un mundo sin lugar para matices, poblado por macarras, cobardes y zombis. Cuesta encontrarle la gracia si se acude a ella armado con prejuicios. Si se intercambian éstos por un rifle del calibre 22, la diversión está asegurada.
Caracterización zombi: Desprejuiciada. Liberense de juicios de valor y disfruten del espectáculo de ver a zombis stripers corriendo con las tetas ensangrentadas tras un cliente fondón todavía con los billetes de dólar en sus manos.
ZOMBIES PARTY (2004)
No deja de resultar curioso que las mejores películas de los últimos años sobre el mito zombie hayan sido manufacturadas en el Reino Unido. Sin duda, la más memorable es “Shaun of the Dead”, que tan desafortunado título hispano debe arrastrar a cuestas. Una historia de amor… con zombis o una comedia negra… con zombis o una sátira social… con zombis. Como prefieran, lo cierto es que tan saludable reinvención del género mereció reverencias en todos los lugares por los que pasó. La insuperable escena de la matanza de zombis a ritmo de la música de Queen figura en mi particular top ten de lugares en los que me habría gustado estar.
Caracterización zombi: Suprema. La parodia alcanza también a los zombis, auténticos protagonistas de este genial despropósito. Caminares yuxtapuestos, miradas fuera de órbita y sangre a borbotones. ¿Quién da más?
AMANECER DE LOS MUERTOS (2004)
En su gran ópera prima, Zack Snyder no sólo se atrevió a enmendar al padre de todo esto (George A. Romero) con un remake de “Zombi” a la altura de las circunstancias, además dotó a su película de un descaro narrativo y una puesta en escena desacomplejada que asombró a una audiencia resabiada que creía haberlo visto todo sobre el tema.
Caracterización zombi: Notable. Un guiño directo al gore tradicional sin olvidar un saludable tono autoparódico.
UNA DE ZOMBIS (2004)
Inclasificable chapuza pepegoteresca sustentada por una confesa adoración por la caspa más pertinaz. Su director, Miguel Ángel Lamata, pensó que una película de zombis y tetas era lo que el público necesitaba, y razón no le faltó. Un par de cervezas, mucha tontería cómplice y ya tenemos una velada montada.
Caracterización zombi: A tono con el panorama general de la cinta: chapuza cometida presuntamente adrede. En otras palabras, una porquería satisfecha de su propio ombligo.
NO PROFANAR EL SUEÑO DE LOS MUERTOS (1974)
Con mayor eficacia de la que le otorgan los no mitómanos, Jordi Grau entró de lleno en el universo zombie tomando cada uno de los tópicos que se suponía debía utilizar. Hay un experimento militar fallido, mucha viscera al aire y una supuesta denuncia social que no pasa de ser una excusa barata para dar el pistoletazo de salida a la juerga. A mí, que la vi de niño, miedo me sigue dando ver a José Lifante (que ya de por sí da bastante miedito) vagando con el pecho seccionado y la cabeza embutida en vendas mal anudadas. Y esa campiña inglesa llena de zombies jadeando con acento burgalés…
Caracterización zombi: Naturalista. Siguiendo las normas imperantes en la época, se trató de dar verosimilitud a los zombies mediante un ultrarealismo que pretendía corregir a los originales romerianos sin dejar de serle fiel. Osease, que la diversión se achica al tiempo que aumenta la grima.
EL ÚLTIMO HOMBRE… VIVO (1971)
Basada en la soberbia novela de Richard Matheson que tan buenos ratos me hizo pasar en mi adolescencia, “Omega Man” elucubra, con cierto paternalismo, sobre las consecuencias de una guerra bactereológica y sus consecuencias. Para empezar, la aniquilación de la vida en la Tierra, salvo, por supuesto, la del inevitable protagonista molón. Para continuar, el auge de una sociedad zombie con preferencia por la piel humana para cenar. No está mal, aunque la historia mereció mejor suerte y menos moralina.
Caracterización zombi: Psicodélica con aire postpunk. Algo así como Billy Idol de resaca.
SOY LEYENDA (2007)
Infumable engendro a mayor gloria de Will Smith (especialista en dejar cojo lo que ya nace sin piernas) basado en la inmortal novela de Matheson. De hecho, va más allá que “Omega Man” en sus pretensiones, logrando a cambio unos resultados ridículos incluso para los estándares más holgados del mainstream más inmoral. Sobrada de poses con tufo trascendental y falta de materia orgánica que llevarse a la boca, con seguridad, de haberlo sabido, los zombis que persiguen a Smith le habrían dejado en paz por falta de valor alimenticio.
Caracterización zombi: Tremendista. En busca del sustito fácil y dando la espalda a los cánones clásicos.
28 DÍAS DESPUÉS (2002)
Danny Boyle, ecléctico como él solo, rueda una de terror reinventando el subgénero zombi sin dejar de beber en las fuentes clásicas. Hay un virus (uno más) de procedencia militar que ha diezmado a la población británica, convirtiendo en zombis a la mayoría; aparecen (más) avenidas vacías y, en medio de todo ello, unos supervivientes desorientados tratan de mantener sus hígados en su sitio. La novedad viene por parte de los zombis. ¡¡Pueden correr!!
Caracterización zombi: Asombrosa. En realidad ya se habían visto zombis corredores antes, pero nunca con semejante capacidad atlética. Alguno de ellos, excesivamente fogoso, llega incluso a adelantar a los protagonistas en alguna ocasión. Si le dejan se cruza el canal de la Mancha a nado e infecta Francia entera él solito.
RESIDENT EVIL (2002)
Al margen de su procedencia (la película está basada en un popular videojuego), pocas novedades ha aportó esta película al universo zombie más allá del fibroso cuerpo de Milla Jovovich y una multitud de poses macarras de saldo. En su haber se puede sumar la fidelidad al espíritu del videojuego original y lo poco en serio que se toma a sí misma. En su contra todo lo demás, bostezos ocasionales incluidos.
Caracterización zombi: Fiel al tremebundismo del juego, en la pantalla grande se echa en falta más carne putrefacta y menos pixel.
BRAINDEAD (1992)
Todos tenemos un límite. El mío (por pudor) consiste en no reproducir el título hispano de esta chorreante cinta dirigida por Peter Jackson en pleno delirio gore. Divertidísima en su fondo, su factura excesivamente underground (resultona en un principio) termina por resultar cansina. Luego Jackson salió de la crisálida para hacerse mayor, perdió treinta kilos y le dio por la cursilería más ruin ( la última media hora de “King Kong” es denunciable; “The Lovely Bones” directamente le convierte en asesinable). Más motivo para disfrutar de “Braindead”. Por lo efímero de su propuesta, digo…
Caracterización zombi: Gore en grado sumo. Cualquier fotograma de la película podría servir como foto de carpeta de un album de Avenged Sevenfold. Peca por exceso y llega a saturar, pero se le perdona.
LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES (1968)
El génesis del mito zombie se gestó gracias a un presupuesto de 114.000 dólares, nueve cajas de jarabe de chocolate para simular la sangre y un equipo técnico y artístico sin experiencia alguna. Paradójicamente, la ausencia de posibilidades técnicas favoreció a la atmósfera generada por George A. Romero, consiguiendo un terror sordo basado en la insinuación más que en lo explícito. Sus carencias artísticas, más notorias, dejan un argumento pobremente desarrollado en manos de unos actores que lograron hacer de la necesidad una virtud mediante los claroscuros que la fotografía que el blanco y negro permite. Un clásico del cine en general que mantiene su frescura cuarenta años después.
Caracterización zombi: Escalofriante. Al tenebroso casual look de los muertos vivientes se debe añadir su torpe capacidad motriz que generó toda una leyenda.
YO ANDUVE CON UN ZOMBIE (1943)
La obra capital del subgénero zombie fue dirigida por Jacques Tourneur, con la intención de oficiar como pieza fundamental en su cruzada en favor del cine fantástico, potenciada entonces por la RKO y la Universal. Exuberante, frondosa, sobrecogedora… ningún adjetivo serviría para calificar la riqueza de una puesta en escena pensada para inquietar más que para asustar. Después de aquello, la magia negra y los zombis llegaron para quedarse…
Caracterización zombi: Suprema. Unas lentillas blancas y un leve maquillaje mortecino son armas suficientes para poner en marcha el engranaje de los temores más básicos.
Publicado por Alex ( Blog: Puedo saltar charcos )
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