Zinemaldia 2012: 'Amour', de Michael Haneke
Los fans de Michael Haneke conocen su estilo, y sus detractores también. A estas alturas juzgar como insultantes algunas de sus decisiones carece de crédito. Haneke quiere jugar contigo, y no se va a andar con rodeos. Te expondrá temas incómodos, te los restregará en la cara, hará de tu posicionamiento en la historia una tarea ardua, y te golpeará donde más duele. Ahora te toca a tí decidir si tienes la suficiente entereza como para aguantar el viaje.
'Amour' es una película sobre el proceso de descomposición humano. Lento, doloroso, incómodo. La película se impregna de todos esos atributos, y aunque nuestra sensibilidad nos inste a apartar la mirada, no podemos. Porque todo lo que Haneke nos cuenta, al margen de si es perturbador o no, es eminentemente humano. A esto ayuda el estilo austero de Haneke, despreciando el concepto de música como subrayador emocional y manteniendo planos que siempre encierran una interpretación a rescatar. La única concesión que le da a su naturalismo, es una secuencia onírica que no podría ser más relevante. Esta nos sumerge aún más en la oscuridad del tema principal, invitándonos a saborear el nihilismo y la crisis existencial.
Tanta oscuridad sería insoportable sin dos intérpretes tan sumamente humanos. Jean Louis Trintignant interpreta al esposo de Emmanuelle Riva, que lleva como mejor sabe la tarea que le ha tocado y que cae simpático desde el primer momento. Hasta cuando se queja sobre algo cae simpático, pues no es egoísmo, sino frustración al no poder amar a alguien que no quiere ser amado. Emmanuelle Riva aporta veracidad a un papel difícil e incómodo. Y valiente es Emmanuelle Riva, ante todo, ya que este papel requiere de una gran disposición psicológica y es imposible no verse afectado personalmente. Isabelle Huppert supone un pequeño alivio ante la rutina deprimente de la pareja. Sus lloros comulgan con los lloros contenidos del espectador, que probablemente también tenga un pariente en estado similar.
Amour es una curiosa paradoja: una película necesaria que no recomendaría, porque rompe con el espíritu evasivo del cine y no hay sensaciones positivas a las que acogerse. Entrar a una sala de cine no para huir de la realidad, sino para enfrentarse a ella, escarbar y sacar la pudredumbre que nadie quiere ver pero que anida en nuestros corazones. Porque todo lo que cuenta 'Amour' es una verdad ineludible.
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