Entrevista a Terry Gilliam.



Aquí está transcrita, por fin, la entrevista a Terry Gilliam que tuve el honor de hacerle durante el Zinemaldia. Cabe decir que Terry Gilliam resultó ser un hombre encantador, siempre sonriente, borracho de vivacidad y nunca de ego.

Me encanta esta distopía orwelliana de 'The Zero Theorem', en la cual una figura de Jesucristo con una cámara por cabeza se convierte en el corruptor definitivo de la privacidad, y en la cual el personaje de Melanie Laurent representa el único rincón en el que el personaje de Christoph Waltz no se siente observado. En tu vida, ¿qué hay en ese rincón en el que te sientes completamente a salvo?

No estoy seguro de que haya un rincón, ese es el problema... Los rincones son momentos. Cuando miro por la ventana las hojas de los árboles mecidas por el viento, y digo "ahhh, esto es perfecto". Hasta que PUM, el teléfono vuelve a sonar. Así que lo que haces es crear pequeños oasis en los que esconderte ocasionalmente... Y me encanta sumergirme en un libro, porque somos sólo yo y quienquiera que escribió el libro. Es una experiencia íntima, de tú a tú. Pero todo lo demás está tan diseminado que te hace pensar, ¿somos sólo neuronas diminutas en este cerebro gigantesco? ¿Somos nosotros la brecha sináptica? Es como los agentes de Hollywood. Son personas que están esperando a recibir el más mínimo pedazo de información para inmediatamente coger el teléfono y comunicárselo a otra persona. Son como neuronas (risas). Cohen, el protagonista, también está esperando una llamada, esperando explicaciones. Y luego cuando el mundo le responde, no puede aceptarlo. Está demasiado... "Herido" es probablemente la palabra. O se ha vuelto demasiado moderno. Es lo mismo en relación a las citas online. Un tio pretende ser un hombre alto y apuesto cuando en realidad es un gordo bajito y calvo. Para estas personas es más seguro quedarse el mundo virtual y de las apariencias. El mundo moderno.

¿Cuál sería la salida de esa prisión virtual?

Incitar a la gente a que salga fuera. Hace poco hubo un momento muy bonito en Londres. La gente salió a defender sus derechos, y me encontré con gente a la que no había visto desde hace 20 años. Habían salido de sus pequeños cascarones, nos comunicábamos de forma genuina, el sol brillaba... Nos sentíamos vivos de nuevo. Esos son los momentos que cuentan. Y son la clase de momentos que busco cuando hago una película.



¿Cuál fue el presupuesto de 'The Zero Theorem'?

Se supone que no debo decirlo porque los productores quieren hincharlo (risas). ¿Cuánto dirías que costó?

¿20 millones?

Mucho menos (risas). Menos de 10 millones.

Hay muchas caras conocidas.

Sí. Una de las razones por las que pudimos hacerla fue porque gente como Tilda Swinton o Matt Damon trabajaron como amigos, cobrando lo mínimo posible. Así fue como pudimos hacerla. Y rodamos en Bucarest, que es ahora el sitio más barato en Europa y hay equipos técnicos excelentes. Rodamos mucho y rápido. Eso fue lo interesante del rodaje. Teníamos unos horarios muy reducidos, los más reducidos que he tenido desde hace 40 años. Así que vas rápido, de forma instintiva, no estás tan atento a conseguir el plano perfecto...

Aunque hay grandes planos en la película.

No están mal. Dejamos los malos fuera (risas). Pero no es como cuando fui a ver 'The Lone Ranger'. Ahí cada plano costaba tanto como nuestra película entera. Y son buenos planos.

Resulta apropiado situar una película sobre el declive de la fé en una iglesia abandonada. E incluso retratando ese declive, de la película posee en todo momento un pilar optimista. He visto a muchos de mis cineastas favoritos haciendo películas más oscuras y pesimistas a medida que iban haciéndose mayores, pero tú escapas de esa ruta completamente. Aunque lo que te rodée pueda ser oscuro, parece que el optimismo es una parte intrínseca de tu personalidad, y que integras eso en todas tus películas.

Ese es el problema de nacer en América. El optimismo (risas). Ahora mismo, tengo un equilibrio muy delicado entre cinismo total y optimismo. Pero encuentro que hay tantas cosas ahí fuera dignas de asombro, que no entiendo que se pueda ignorarlas. Mira a España. No hay dinero. Todo es un desastre. Pero ando por las calles, y están más vivas que las calles de Londres. Hace poco me entrevistó un hombre de Grecia que trabajaba para la televisión nacional, y hace un par de meses despidieron a su plantilla, así sin más. Y ahora están haciendo una serie por su cuenta y se sienten libres. Y tal vez eso sea algo bueno. Todos los desastres, la guerra o la escasez, tienen el potencial de extraer lo mejor de la gente. Y te das cuenta de que no necesito eso, ni eso otro. Se nos impulsa tanto a comprar, creemos necesitar tantas cosas cuando en realidad no es así. Una vez que tienes una iPhone ya no lo quieres para nada (risas).



Siguiendo un poco con este tema de alienación, yo he tocado la guitarra en la calle en varias ocasiones, y junto con gente amable que se paraba, había otra que lanzaban miradas condescendientes. No es sólo que obviamente no estuvieran pasándoselo bien, sino que parecía frustrarles ver a otros pasándoselo bien. Uno de los mejores pianistas del mundo se puso a tocar en la calle y casi nadie se paró. Muchas de estas personas serán más que capaces de entender tu película. ¿No es más frustrante que una persona entienda de forma pasiva lo que tu película transmite pero pase de largo, más que alguien que no la entiende en absoluto?

Siempre ha sido así con la mayoría de mis películas. Alguna gente las ama y a otros les entra por un oído y les sale por otro. Me he rendido en tratar que mis películas gusten a todo el mundo. Cuanto más dinero inviertes en una películas, a más gente quieres agradar. Cuando inviertes menos dinero no te importa tanto. Lo que me gusta son momentos como antes, que me ha parado una mujer y me ha dicho que le encantó 'The Zero Theorem', pero que sus amigos la habían odiado. Y eso me parece genial. Pero quería que le explicara el final, y yo le decía "no te voy a decir lo que yo pienso, quiero que tú me digas tu versión de la película", pero seguía insistiendo, y yo le decía que ya sabía cuál era mi versión, y que no me parece tan interesante. Me interesaba más conocer la suya. Otra cosa que suele pasar con mis películas. Cuando estaba promocionando 'Tideland' en Francia un periodista me dijo que había vio la película y no le gustó nada, tampoco gustó nada aquí en San Sebastián, por cierto (risas). Pero como iba a entrevistarme y le gustaba el resto de mi filmografía decidió volver a verla y me dijo que era mi mejor película. No sé como funciona eso, pero me gusta.

Es un cumplido a la atención al detalle que pones en tus películas, que mejoren con cada visionado...

Tal vez. Me tomo en serio lo que hago. No estoy haciendo el indio (risas). Había un joven en Londres al que le encantó la película y le pregunté exactamente qué le había entusiasmado, y me dijo "es difícil concretar, porque va sobre todo y sobre nada a la vez". Me gusta eso. También tiene que ver con lo que esperas ver. No quiero que la gente tenga preconcepciones, aunque por supuesto las tienen, sobre todo si han visto cosas mías más tempranas como Monty Python. Creo que hay que reentrenar a la gente para que vaya a ver películas con la mente abierta. Yo no voy a perder tiempo llevándoles de la mano. Con suerte, la pillarán y debatirán sobre ella durante la cena. No hay nada mejor que ver una película con amigos y debatir después. Si puedo crear esos debates, soy un hombre feliz.





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Comentarios

  1. Una video sobre los incios de Terry Gilliam que quizá te guste:
    https://vimeo.com/79227177

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