Crítica: Cabás.
En una escena bastante esclarecedora, un neurólogo le cuenta al protagonista qué pasa con las neuronas que han estado dedicadas a pensar sólo en una persona después de que esa persona se va. No sólo queda claro que las neuronas de Xabi cubren ahora esa ausencia trabajando en la ensoñación, sino que lo turbio de la ensoñación sugiere que había demasiadas neuronas dedicadas a la novia en primer lugar. Los sueños de la dependencia producen monstruos. Mientras la realidad se disipa, el sueño empieza a revelar inquietantes significados. Vemos a un hombre con un parche que podría ser la Muerte. Xabi le persigue porque lleva un maletín que es su propia vida. La Muerte ha conseguido el maletín gracias a su amiga Depresión, pero el protagonista se niega a rendirse ante estas dos criaturas bastardas.
Por último, tenemos el signo de la estrella, que parece simbolizar el último escalón en su deterioro mental y la posibilidad de un quiebre psicótico. Al ver la estrella en una caja de mudanza, queda patente a ojos de un amigo la desconexión de Xabi con el mundo real. Pero poco le importa, pues está a punto de encontrar el lugar con la estrella en el sueño. Un "vete" por parte de un personaje secundario me hace pensar que el protagonista vuelve al mundo real y recupera su cordura. 'Cabás' es una película rica para el espectador que vaya a verla sin prejuicios y con la mente abierta. Poco importa que las interpretaciones sean correctas; lo que importa es que la película ha sido capaz de estimularlas. Planteando mis interpretaciones subjetivas a varios directores me he dado cuenta de que las aprecian pero no quieren participar en ellas, así que ya no voy a tratar de sonsacar nada. En realidad, tiene toda la lógica del mundo; si hubieran querido que algo quedara más claro, lo habrían mostrado así en la película. Dejar cosas en el aire es ya una declaración de intenciones. "Quiero que tú hables de esto". Corresponde al espectador avivar la conversación, no al creador. Pero parece que sólo a cuatro gatos nos interesa elucubrar.
No puedo negar que gran parte del interés de 'Cabás' responde también a razones extra-cinematográficas. 'Cabás' ha sido hecha en un determinado marco, con apenas 2.000 € y sin ayudas del Gobierno. Cine 'low cost' lo llaman. Yo creo que simplemente es una llamada a seguir impulsos creativos sin depender de productoras que miran hacia otro lado. El modo en el que se responde a una propuesta como esta es un reflejo de nosotros como espectadores. Y también habla de muchas tendencias críticas que se perpetúan y necesitan de un reajuste.
¿Por qué todos los críticos mayoritarios de España harán una crítica a lo nuevo de Trueba e ignorarán 'Cabás'? No me interesa comparar las películas concretas, sino los modelos: cine acomodaticio, con cierta infraestructura detrás, y cine de 'guerrilla'. ¿Por qué toda la atención va al primer modelo, si el cine de guerrilla nos habla mucho más de las nuevas corrientes del cine español y de las pulsiones de autores emergentes? El argumento del marketing y el par de caras famosas no es válido. Eso debería ser un cebo para el público, no para el crítico. Un crítico debería mantenerse al margen de campañas de marketing. ¿O no revela eso al crítico como un forofo del feedback cuando su verdadera labor es otra? ¿Quiere el crítico ser un eslabón en la cadena de la industria cinematográfica, cumpliendo la necesaria función de crear nexos comunicativos entre cineastas y público, o sólo le interesa que le lean?
También hay otro problema, y es que 'Cabás', además de ser cine de guerrilla, es también un cine que se resiste a ser etiquetado como tal. Tiene voluntad de estilo, y se distancia de muchas ideas preconcebidas (en especial, aquellas referidas a la dejadez técnica) que se adjudican al cine de guerrilla. Al ser inusual, no permite hablar de la trama durante dos o tres párrafos para concluir con un par de frases en las que, por fin, se opina. Pone a prueba las estructuras de redacción obsoletas que utiliza el crítico medio para hablar de cine. Al no saber cómo rellenar el espacio restante, lo más fácil es no intentarlo siquiera. ¿Despacharía Boyero 'Cabás' con un "moderna gilipollez", o le provocaría un cortocircuito, viendo que sus crónicas sobre su estado anímico son más irrelevantes que nunca, y que tiene que ir más allá? Ojalá. Desgraciadamente, después de la incomprensión, la segunda respuesta más común a nuevas formas de hacer cine es el silencio. Se ignoran las propuestas y con ellas también parte de la esencia misma del trabajo del crítico: indagar en el amplio espectro de la cinematografía de un país y dar luz a propuestas que, de no ser por ellos, pasarían desapercibidas.
¿Véis cuántos signos de interrogación hay en esta crítica? Toda película que crea incógnitas merece ser vista. El reto ha de ser bienvenido, y no evitado. El conservadurismo crítico es un modo de negación de realidades incipientes, y de tapar la inseguridad de no saber cómo enfrentarse a algo cuando no puedes tirar de patrones conocidos. Mi conclusión es sencilla: cuando surgen nuevas formas de hacer cine, han de surgir también nuevas formas de hablar de él. No es justo que haya un cambio unidireccional por parte de los cineastas, y que el eco de sus propuestas reverbere hasta desaparecer, sin haber recibido una respuesta de nuestra parte.
Podéis ver 'Cabás' aquí, por sólo 2.95 euros.
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