Crítica: 'Godzilla'


Vuelve el lagarto gigante a la gran pantalla, eso sí, esta vez lo hace con unos kilos de más, unos cuidadísimos efectos especiales, y le acompañan unas criaturas llamadas Mutos, que pueden recordar al monstruo que asolaba Manhattan  en 'Cloverfield' (‘Monstruoso’). Lejos ha quedado ese Godzilla de Rolland Emmerich, y pese a que dicho así suena a película recargada y a blockbuster puro y duro, su director, Gareth Edwards, con un pulso impecable y  preciso, se ha empeñado en alejarse de ese camino, demostrando que antes del gozo visual que produce ver a un dinosaurio gigante destrozando edificios (para cualquier fanático del género, claro), se encuentra sobre todo el drama humano que acompaña a la catástrofe. Y dicho esto, quién espere muerte y destrucción a cascoporro, se tendrá que conformar con Aaron Johnson, Ken Watanabe, Sally Hawkins y Elizabeth Olsen, tratando de sobrevivir a lo que en ocasiones recuerda al 11S. No es que nos olvidemos de Bryan Cranston, y  Juliette Binoche, es que su aparición es casi tan anecdótica como la del monstruo que da nombre a la película. Y es, en éste punto, cuando 'Godzilla' empieza a cojear: su ritmo cae en picado a medida que se van desarrollando sus actos, hasta llegar a un crescendo en el último tramo de metraje, que resulta un gozo para los sentidos.


‘Godzilla’ sigue un camino más sobrio y oscuro, y es innegable la potencia visual que tiene esta última revisión del mítico kaiju japonés. Desde luego Edwards, después de su intimista y modesta ‘Monsters’, ha conseguido demostrar que está a la altura del mito y de las expectativas técnicas, pero es el reparto que se le da a los pesos dramáticos del guion, lo que hace que de ella una película con menos carácter del que se exige. También se echa un poco en falta ese toque desenfadado que tenían las versiones más de serie B del monstruo japonés, pero el diseño de producción es tan impecable que es, de lejos, la mejor película hecha hasta la fecha del ícono japonés. Si bien la historia de este lagarto gigante se remonta a una metáfora del ataque nuclear, Edwards, que no sólo se ha inspirado del clásico ‘Jurassic Park’ para la iconografía de sus monstruos, también ha conseguido dejar algunas migas de pan que llevan a esa crítica social que en su momento realizo el director japonés Ishiro Honda sobre el ataque de la bomba atómica en 1945. Así pues, aunque puede que la cinta no contenga todos los ingredientes que esperábamos,  es digna de consideración en la mitología de los monstruos cinematográficos.


6.5/10




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