Under the Skin: Cima de la ciencia-ficción existencialista.
Scarlett Johansson encarna a la alienígena de esta película, que tiene un trabajo relativamente sencillo. Atraer a presas y valerse de la seducción para succionarlas y aprovechar su piel. Pero esa es una senda ya marcada. La protagonista es una alienígena no tanto de forma literal, sino en cuanto a que está alienada de su propósito individual, y por tanto, de su yo más profundo. Conforme va avanzando la película, la alienígena va reconociendo complejidades en diferentes actitudes humanas, y áreas de su propio pensamiento que entran en conflicto con la simpleza de lo que se espera de ella. Se nos narra el proceso que va de una conciencia dormida, a una que despierta. El desarrollo de una sensación de compromiso para con lo que uno experimenta, de no acallar lo que se sale de los márgenes y desafía explicaciones fáciles, sino precisamente de enfocar la identidad propia en torno a esas áreas desconocidas. Todos los momentos clave de la película representan cambios y evoluciones de conciencia. Los voy a ir enumerando.
N#1: Mosaico de lo cotidiano. En un determinado momento de la película, vemos diferentes escenas de personas en la calle. No están haciendo nada especial, pero poco a poco se va creando un mosaico dorado con estos momentos. La mente de la alienígena interpreta lo mundano, y percibe por primera vez los efectos de este mundo sobre ella. Algo nos dice que no estaba programada para percibir esto: algo en la interacción humana ha despertado el suficiente interés como para querer recopilar datos. Su sistema interno, por completo alejado de nuestros preceptos, comienza a filtrar, a su modo, nuestras energías.
N#2: La playa. Sobran las palabras para describir el poder de esta escena. Es un momento clave porque nos muestra de forma aterradora cómo lo insignificante puede acabar convertido en tragedia. Un perro que se pone a nadar demasiado lejos, una mujer que nada para encontrar a su perro, un marido que nada para encontrar a su mujer, y un bebé que espera en la orilla. Y nadie regresa. Es una escena que ejemplifica de forma magistral la crueldad de la naturaleza. En un momento, unas vidas se pierden y otras son magulladas para siempre, con lo arbitratrio como base. Según la alienígena contempla la escena, comprendemos que ella está más cerca de la naturaleza que de las vidas que destroza. Ella tampoco es consciente de sí misma, y fluye en sumisión como las olas, cumpliendo con lo que se le ha pedido sin pensar en las consecuencias. Más tarde, estando en su furgoneta, un niño llora en el coche de al lado, lo que retrotrae a la alienígena al niño llorando en la playa. Puede que de momento no haya culpa, pero sí hay reconocimiento de que algo no ha ido del todo bien. Un eco de lo humano que reverbera en la mente, como esperando a encontrar un sentido que sólo la compasión puede dar.
N#5: Dolor. Y llegamos al último capítulo. Así como la familia en la playa fue víctima de la arbitrariedad de la naturaleza, ahora la protagonista es víctima de la arbitrariedad de la naturaleza humana. ¿Por qué, justo ahora que comenzaba a amar este planeta, ha de ser expuesta a esa crueldad? Lo más interesante de este último tramo no es que el cazador pase a ser presa y se complete un círculo. Lo más interesante es que la alienígena había sido cazadora en un estado de conciencia dormida, sin ninguna noción de moralidad, y el hombre ejerce como cazador estando despierto y con esas nociones morales integradas en su ADN. Cuando hasta una alienígena puede aprender a ser empática, ¿por qué los seres humanos seguimos tratándonos de esa manera? Ahora la alienígena nos parece más humana que el humano.
Si miramos cuándo comienza y acaba la experiencia humana de la protagonista, daremos con un dato interesante. Su humanidad surge de un acto de compasión (el hombre deforme), y acaba con un acto de injustificada violencia (el guardabosques). También vemos cómo su actitud de conformarse a los estándares de belleza superficiales corresponden a su estado de conciencia dormido, y el momento en el que desvela quien realmente es, produce que alguien le prenda fuego. ¿Tanto miedo tenemos a nuestra verdadera cara? Tiene también algo de tragedia inevitable, la misma que vimos en los ojos llorosos del bebé en la playa. Después de todo, si la protagonista quería entender y experimentar nuestro mundo, el dolor iba a acompañarla más temprano que tarde.
'Under the Skin' da al espectador la oportunidad de tener una experiencia transformativa cimentada en el auto-análisis, de hacer un recorrido vital por sus decisiones y verlas desde otro punto de vista. Ser capaz de reconocer cuándo dejamos de ser nosotros mismos para beneplácito de un tercero, o cuándo favorecemos la belleza externa sobre la cualidad interna, o cuándo respondemos con hostilidad ante lo diferente, y preguntarnos si merece la pena seguir por esa ruta. Así como la alienígena desautomatiza comportamientos, nosotros también podemos hacer frente a nuestros comportamientos automáticos, tan sedimentados en la costumbre y tan alejados de nosotros que parecen... Sí, una manifestación de lo alienígena. De eso habla Jonathan Glazer, de la flexibilidad del concepto "alien", y de las cosas en nuestro mundo que cuesta mucho más entender que las venidas de otros sistemas solares.
En su último y mejor largo (y esto lo dice un fan de 'Sexy Beast' y, sobre todo, de 'Birth'), Jonathan Glazer pide penetrar en tu mente, reavivar zonas de tu memoria y hacer que llegues a un difícil estado de auto-análisis inclemente. Difícil porque echa por tierra mucho de lo que hemos sido, pero necesario porque despliega un mar de posibilidades en cuanto a lo que podemos llegar a ser. El cine tiene la capacidad de poner a un individuo cara a cara con sus aspectos más incómodos e incitarle a la mejoría, pero esta capacidad ha sido ignorada durante demasiado tiempo. La cantidad de críticas negativas a la película suponen una prueba de cómo, sobre todo en los últimos tiempos, el cine no es bienvenido en terrenos que la literatura y la poesía llevan siglos explorando. 'Under the Skin' ansía recobrar ese terreno perdido y plantar semillas en él. Pero somos nosotros quienes tenemos que regarlas.
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gracias..¡¡
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